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martes, 5 de julio de 2011

Estar en Babia o en Navas de Tolosa

Fue Quevedo quien empezó a popularizar  que cuando alguien está en Babia, le estamos diciendo directamente que no se entera o no se quiere enterar de esos asuntos que para el resto de los mortales si son de importante trascendencia.


Pero a mí, es cierto, que a veces me gustaría estar   en Babia.
Esa tranquila y apacible zona del norte de León, declarada en 2004 Reserva de la Biosfera.
Allí, rodeado de las mansas aguas de algún lago oculto, sentado sobre una gran piedra, sin más distracción de ver pasar el agua clara del Riolago o perderme entre inmensos pastizales y adentrarme en la Edad Media, en aquellos castillos, que fueron primero el deleite y más tarde la perdición de los reyes del Reino de León.

Hay veces, cuando la vida me abruma, que me gustaría estar en Babia, respirando paz y armonía. Escuchando el melódico cantar de aves o perdices pardillas, tan propias del lugar.
Hay veces que prefiero sentir el temor de darme de bruces con un oso pardo, que en Babia, son comunes dentro del peligro de extinción en que se encuentran, que salir a la calle a continuar con la lucha diaria.

Muchas, son las ocasiones que me agradaría respirar cultura, esa forma de vida tan particular y antiquísima que gozó de un dialecto asturleones propio, en otros tiempos. Tocar la historia, perderme entre sus castillos y sentir como lo hicieron aquellos reyes leoneses, que observaron los acontecimientos más importantes de la historia de España, desde Babia.

Esos reyes, que se retiraban a reposar en sus palacios, exiliándose del mundo y de sus acontecimientos. Los reyes del Reino de León, que acabarón la dinastía con Alfonso IX, que como buen rey leonés, se perdió una de las batallas más importantes acaecidas en territorio español por estar en Babia.

Menos mal, que cuando quiero estar en Babia, tengo un lugar más próximo a mi casa en él que perderme y disfrutar de todos esos placeres que he mencionado.
Ese lugar es Despeñaperros. Allí disfruto de paz, vislumbro nuevos horizontes, gracias al contraste de colores y sensaciones que ofrece este paso natural, tan importante en la historia y que tanto tiene que ver con Babia.


Allí, también insuflo historia. Esa historia que cuenta, como los Reinos de Castilla, Aragón y Navarra, se unieron para derrotar a la amenaza que representaba el poder almohade. Alfonso VIII de Castilla, tras la ignominiosa derrota en Alarcos, años antes, consiguió reclutar un ejercito a mediados de julio de 1212, (el año que viene es el octavo centenario) con el que hacer frente a los musulmanes.
Los reinos cristianos, gracias a un pastor llamado Martín, consiguieron una situación ventajosa en el escarpado terreno, y destrozaron literalmente al ejercito de Mohamed An- Nasir o Miramamolin para el pueblo llano, que no entendía de dialectos árabes.

Es este episodio crucial para nuestra historia, se sucedieron una serie de hechos que han pasado a la historia, y que día a día nos lo recuerdan.

En la lucha contra un ejercito superior, el rey de Navarra, Sancho El Fuerte, rompió las lineas de guerreros encadenados, que eran la guardia personal y el último reducto, antes de apresar al monarca bereber. Estos hombres eran encadenados, para evitar su deserción y vieron como semienterados se les echaron encima las tropas navarras a sangre y hierro.
Debió ser una muerte horrorosa. Mohamed An- Nasir, sin embargo, mientras morian sus guerreros encadenados pudo escapar.

Este hecho, pasó a la historia y se perpetuó, gracias a la inclusión de las cadenas en el escudo de armas de Navarra. Ese escudo, que hoy luce la bandera oficial de esta región y que mañana empieza sus días grandes, dedicados a San Fermín.

Otro hecho, que no pasó inadvertido es que, Alfonso IX de León, se autoexcluyera de participar en la batalla, y se retirara a Babia a descansar. Quizá temía, que el engrandecimiento de Castilla, y la ausencia de enemigos de diferente religión, que molestaran al rey castellano, entorpeciera su expansión hacia el sur.

Lógicamente, el palo para los musulmanes fue definitivo, y estos tuvieron que entregar tierras y privilegios a los reinos vencedores. Mientras ellos, se quedaban solo con el Reino de Granada, Castilla, Aragón y Navarra, obtuvieron vasallaje y tierras en abundancia.
El líder de ese ejercito español, Alfonso VIII de Castilla, en el reparto del botín, ya lo debió de pensar......¡Mi tocayo Alfonso ha estado en Babia, pero nosotros en las Navas de Tolosa!.

El rey de León quedo totalmente aislado y al morir, murió su reino, para convertirse en Castilla y León.

Babia o Despeñaperros, que más da. Es el placer de sentir la historia, de su paz y de todas esas cosas que no nos ofrece el entorno en el que nos movemos, quietud, reposo, sosiego o como lo quieras llamar.

 Agraciado Alfonso IX, que estuvo en Babia, en el único momento que Despeñaperros era lo más parecido al campo de batalla en el que nos movemos día a día.



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