Mi nombre es Balder. Hijo de Pepe y Juana. Como habrán deducido mis apellidos bien podrían ser López y Martínez, pero eso no importa, porque mi nombre es Balder. Pertenezco a esa generación de privilegiados, que desde el momento de su nacimiento, ya empiezan a destacar. Mis amigos, apellidos aparte, se llaman Milan, Dayron, Homer y Vallecas y también han nacido para ser únicos en todo el perímetro que abarca nuestra cuadrilla. Nuestros padres, quisieron que desde el principio fuésemos genuinos, y buscaron esa originalidad desde la comodidad de elegir un nombre, a cual más estrambótico. Pertenecemos a una nueva especie. Por ahí nos llaman la generación ni-ni. Somos pocos, pero hacemos mucho ruido.