Conocí la gruesa línea que debe
separar a la sociedad civil, de los estamentos políticos, una vez dentro del
huracán de indignación popular; en el que muchos vimos el despertar de una
sociedad aletargada, en el que se materializó el llamado movimiento 15 M.
Aquel momento del 2011, no fue el
resultado de acción política alguna, ni de un hecho concreto. No se generó de
la noche a la mañana, aunque así parezca, ni mucho menos estaba compuesto por
gente de una ideología concreta. Fue el resultado de años de sufrimiento y
escasas perspectivas de futuro, en una sociedad que después de décadas de
democracia, se sentía madura y quería influir de alguna manera en los diversos
frentes económicos, sociales y políticos que degeneraban una España construida
al amparo de una realidad que se tornaba engañosa.