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domingo, 18 de diciembre de 2011

Urdangarín indignado, Cayetano preocupado y yo.....boquiabierto

Agosto de 1936. En cualquier trinchera mugrienta, yo en persona, estaría orgulloso de luchar por una España republicana. Pensaría que la joven república conseguida unos años atrás, podría mejorar con el tiempo, y que los fallos o despropósitos de los últimos meses solo serían escollos en el camino, para conseguir una nación libre y prospera.
Yo, en persona, sin estar de acuerdo con las intransigencias y la poca tolerancia mostrada por todos los partidos, estaría convencido que en un clima de respeto y dialogo, nos podríamos llegar a entender. Condenaría cualquier asesinato o agresión política, pues mi sentido común, se atrevería a decirme, que los extremos radicalizados, son bombas de relojería, a punto de estallar a la mínima.
Pero en aquél reducido espacio, mientras inhalo la última calada de un celta corto, pensaría que ya no hay solución. La guerra ha estallado, y me sentiría obligado a luchar por mi futuro y el de mis hijos y contra cualquier forma de absolutismo o totalitarismo. Conocería la historia, pues mis aficiones son sagradas, viva en la época que viva, y tendría la certeza que una república en España, era lo necesario para no perder el tren de la evolución.
De repente, pummmmmmmmm…..lo que bien, podría haber sido una granada estallando, se convierte en una fuerte convulsión, que me hace abrir los ojos y despertar del letargo, en el que a veces me sumerge mi alegre e imprevisible imaginación.
Vuelvo al siglo XXI. Concretamente a principios de diciembre de 2011. Me tranquiliza pensar, que la situación política se ha normalizado. Atrás quedan los duros años del Franquismo, de los que ya solo quedan retazos incoherentes y ciertas ansias de venganza, con más interés político que otra cosa. Ahora me siento orgulloso de ser imparcial, en este tema. Algunas personas quieren que me moje, pero el Franquismo, sigue siendo para mí, un mal sueño de nuestra historia. Un mal sueño que solo acabará, cuando nosotros, sin influencias de partidos políticos y medios de comunicación, queramos enterrarlo. Cuando se haga justicia, con todas las victimas de ambos bandos y exista una reconciliación real, que solo llegará cuando los historiadores cuenten que la Guerra Civil, fue un conflicto provocado por la incapacidad para el dialogo, el poco respeto y la intolerancia de ambos bandos.
Ahora, desde la tranquilidad de mi hogar, me alegra vivir en una época, donde todo el mundo puede opinar, proponer, debatir, reunirse.  Una época donde, a pesar de los graves problemas que nos amenazan en los últimos años y la absoluta incapacidad de nuestros políticos para resolverlos, da gusto vivir, por la libertad, y gracias a toda esa gente que lucho por unos derechos que ahora disfrutamos apenas sin saber valorarlos. Celebro de forma comedida, nuestra vieja constitución, es su día grande, y aunque la pobre, esta mayor y los pensamientos que subyacen de sus páginas, están algo obsoletos y desfasados, reconozco su gran labor en estas décadas de paz y armonía política y social.
Será que me he acomodado o amoldado a esta nueva realidad. Ya no considero prioritario preguntarme si con una república, estaríamos mejor. Aunque los sentimientos siempre están guardados en algún lugar de nuestra alma, reconozco el gran trabajo del Rey Juan Carlos y su total discreción e imparcialidad en la vida política. Pienso que la República llegará inevitablemente, pero cuando llegue el momento y sin demasiadas tensiones ni borrachera de símbolos. Siempre he pensado que las cosas caen por su propio peso, y hoy por hoy, el peso de la monarquía en España, es asumible por la mayoría de los españoles.
Mientras me recupero de mi viaje al pasado, intento centrar la atención a las noticias. Vuelvo a ver como el yerno del Rey, está cada vez, más embadurnado de barro. Su saqueo a las arcas públicas, a través de su fundación sin ánimo de lucro, parece más que evidente, y aunque aquí para ser políticamente correcto debería respetar su presunción de inocencia, me sobran motivos para acusarlo solo con la sospecha. Y es que, un miembro o ex miembro de la familia debería tener claro, el dolor sufrido y la muerte provocada en este país para que él pueda disfrutar con la responsabilidad que eso conlleva de su estatus.
Pero me lo tomo con humor. Confío en la justicia……….
De repente, aparece su abogado, y sin miedo a perder la cara de vergüenza, nos suelta que el Duque de Palma, don Iñaki Urdangarín está INDIGNADO.  Entonces pego un salto del sofá…….. - ¿Indignado de qué?, me pregunto.
 Indignado por no poder seguir robando o porque la prensa ha destapado sus actividades sospechosas. Indignado. Una palabra que está de moda, y que parece que la puede utilizar cualquiera a su antojo. No estará mejor dicho abochornado, avergonzado o abrumado por sus malas prácticas.
En fin, se acerca el domingo y no quiero agobiarme, que me conozco y yo sí que me indigno.
Ahora, sigo acomodado en mi sillón preferido, por mi cabeza pasan los diversos problemas a los que se enfrenta un ciudadano normal sin trabajo fijo y familia numerosa. Vuelvo a mirar la televisión, y aparece un personaje, que ostenta la desgracia de pertenecer a una de esas familias, que han marcado el devenir de la España trágica. Una familia, que además de sus títulos nobiliarios oficiales, bien se les podía reconocer con  el marquesado del oportunismo o el ducado de la conspiración y  la crueldad. Es Cayetano Martínez de Irujo, hijo de la Duquesa de Alba.
Entonces presto atención a sus palabras y dice algo así como que en Andalucía, los jóvenes no quieren progresar. Que en Andalucía los jornaleros no quieren trabajar. Estas y otras perlas, me dejan frio. No sé los minutos que mantengo la boca abierta, sin mediar pensamiento alguno.
Otra vez, mi alocada imaginación sobrevuela el perdido Reino de Navarra a costa de la guerra que orquestó el Gran Duque de Alba o la sangre derramada en las Guerras de Flandes, todo para conseguir el favor del rey de turno y conseguir privilegios para una familia voraz y ambiciosa. Que de esto no tienen culpa los actuales miembros de la casa de Alba, estamos de acuerdo. Que solo viven de las rentas que sus ancestros les han legado, también. Pero creo que deberían guardar las formas y no subestimar a un pueblo cansado de luchar para subsistir.
Como puede tener este hombre la desfachatez de hablar de progreso. Él que ya ha nacido progresado. Un personaje que a parte de las rentas familiares, solo se le reconoce por su trabajo de saltador de obstáculos con sus caballos. Tanto Cayetano como sus hermanos, deberían mantener la boca cerrada, y preocuparse más si cabe de si su madre se casa o se deja de casar, para salvaguardar el trozo de pastel que les toca.
Ya he apagado el televisor. Ahora sí estoy yo indignado. Necesito escribir para desahogarme y que se me pasen mis instintos agresivos. No creo ser más inteligente que el resto de los mortales, por lo que puedo afirmar, que con desmanes como los acontecidos esta semana, la sociedad estaría legitimada para plantearse seriamente si esto es lo que necesitamos para mantener la unidad en las mal llamadas dos Españas.
Seguramente lo de Don Iñaki lo arreglara la justicia, o por lo menos eso espero, y lo de Don Cayetano se olvidará pronto. Pero lo que estoy seguro es que cosas como estas acabarán por inclinar la balanza hacía la evolución sensata de un tiempo, en el que la ignorancia y el miedo del pueblo ha pasado a mejor vida.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Mis prisas

Vuelvo a tener prisas. Prisa por envejecer. Por perderme los mejores momentos de mis hijos. Por crecer sin aprender. Vuelvo a pensar que tengo prisa por morir.
Últimamente, he sentido esa sensación amarga, de querer que pase rápido el tiempo.  De esperar mi futuro con desesperación. Un futuro incierto, pero esperanzador, que me incita a perder la orientación del presente, dejando que pasen las horas en mi jaula de soledad. Evadido en mis pensamientos, que a veces tanto daño hacen.
Compleja mentalidad, la del ser humano. Tan inteligente, que por desear que llegue pronto el día, de solución a sus problemas e incertidumbres, se olvida de vivir. Creí tener superada esa manía tan propia de mi debilidad, y ahora, tras unas semanas de letargo y en el reposo y la quietud de esta noche invernal, vuelvo a fijarme en el vapor de mi café.  Veo como juguetea con las formas, para desaparecer inevitablemente en un suspiro. Entonces me pregunto;
-¿Por qué te crees el amo del tiempo? ¿Con que derecho, quieres controlar su paso, dependiendo de tu estado de ánimo?
Vuelvo a echar la vista atrás. Me doy cuenta de lo rápido que ha pasado mi vida. De las cosas que aún me quedan por hacer. Me vuelvo a fijar en el vapor de mi café, ya menos intenso, pronto se enfriará, y me lo tendré que tomar congelado, pero aún así, sigo observándolo. Entonces vuelvo a caer en la cuenta.
Detecto que mi percepción del tiempo, es la percepción errónea de un humano. Siempre contagiada por sentimientos y deseos. El tiempo, siempre con su paso inexorable, no varía ni se inmuta por nuestros pensamientos. La vida es como ese antiguo vapor de café, que se pierde en la inmensidad atmosférica, en un plazo de tiempo determinado. Su trayectoria, siempre igual. En un primer momento, ágil y vigoroso, para poco a poco irse diluyendo, hasta la muerte.
Miro al futuro, vuelvo a mirar al pasado, y me pregunto;
- ¿Por qué he vuelto a dar de lado al presente? Es una constante en mi vida. Siempre recaigo en ese maldito vicio. Un vicio, que me paraliza. Que ocupa mi mente hasta el fondo, sin permitirme pensar en otra cosa, que no sea la llegada del día o la época X.                                                Es ese vicio, el que me ha hecho observar el vapor del café, dejándolo esfumarse sin atreverme a dar un sorbo al líquido caliente. Ahora me lo tengo que tomar frio. He perdido la oportunidad de reconfortar mi cuerpo y mi espíritu. ¡No he disfrutado el momento!
A estas horas, cuando ya ha expirado la madrugada, solo me queda despertar, del sueño confuso de esta última semana. Tal vez, tenga que dormitar un poco en el sofá. Es pronto para resucitar, aún no ha cantado el gallo. Pero estoy seguro que esta noche de reflexión, me motivará a salir a la calle, dentro de un rato, sentir el frio de la mañana en mi cara y que las gotas de fina lluvia me hagan despertar y buscar fórmulas para disfrutar del momento, sin preocuparme tanto por un futuro, que sin duda alguna llegará.

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