No me cabe la menor
duda del poder de la telebasura. Es el cóctel perfecto para la sociedad simple,
irreflexiva y en gran medida ignorante que el lado oscuro de Internet ha
creado. Se aprovecha de ese hándicap social para hacer caja, utilizando a manipulables
ciudadanos que extasiados por las tertulias televisivas y el poder que les
otorga la frase “libertad de expresión”, buscan el minuto de gloria que se les
debe por tragarse tales bazofias.
Parece, que ahora un
programa de la telebasura ha centrado su punto de mira en el pueblo que define
mi ser. El lugar donde se sustentan mis raíces y que dota mi espíritu de paz y
armonía. Ese programa es El Intermedio y ese pueblo es Llanos del Caudillo. Yo,
humilde ciudadano que cuento con la única virtud de la reflexión, levanto mi
voz para advertir, que mi pueblo jamás será el “punching-ball” de la telebasura.
Jamás, mientras El
Intermedio trate en sus reportajes de forma torticera, demagógica y sin
fundamento la Ley de Memoria Histórica. Una Ley, que aún estando de acuerdo con
ella, ya desde su aprobación en 2007 fue objeto de tal controversia, que bien
merece tratarla con responsabilidad y bastante tacto.