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sábado, 18 de enero de 2014

Solo son valientes

Nunca fue fácil para un emigrante abandonar su pueblo, su ciudad o su país; dejar atrás su familia, su casa, sus amigos, su vida, para conseguir un poco de estabilidad laboral, un poco de libertad de pensamiento o lo que es más grave, para proteger su vida. Nunca fue fácil para un emigrante recorrer el camino que le alejaba del mundo que conocía; un camino que lo llevaba a tierras extrañas de las que muchas veces por no conocer, no conocía ni el idioma. Nunca fue fácil para un emigrante llegar al destino al que la vida le empujaba; aguantar horas, días o meses de viaje en incómodos asientos de autobuses, trenes o desvencijados camarotes. Nunca fue fácil para un emigrante mantenerse firme en su propósito; cuando gran parte de los beneficios de su trabajo los enviaba a España en remesas que ayudaban a mantener a su familia, mientras pasaban auténticos apuros para subsistir. Nunca fue fácil para un emigrante retornar a su país de origen; porque en el lugar en el que había vivido tantos años, donde había construido su vida, ahora dejaba una familia, unos amigos. Volvía a dejar una vida. Nunca fue fácil la vida del emigrante porque en su alma siempre faltaba algo que se veía obligado a dejar atrás.
En esa vida difícil, maltratando su propio espíritu, un emigrante cualquiera volvió un día a España para pasar los últimos años de su vida en paz. Una tranquilidad que se ha ganado y por caprichos del destino, ahora también le quieren quitar. Y es que, resulta que no es fácil para un emigrante sentirse cómodo en su país, porque el Estado le trata como a un estafador cualquiera. Un vulgar defraudador.

miércoles, 15 de enero de 2014

Aeropuertos, tranvías y bulevares

De Burgos, recuerdo la impresionante portada de su catedral y la cara de asombro del camarero, al pedir que me sirviera un café solo con hielo, en una fría mañana de invierno (que por esas tierras son palabras mayores) cierto día que iba de paso hacía San Sebastián. Ahora también conozco, que existe un barrio obrero llamado Gamonal. Un barrio como el suyo o el mío, de gente normal, que sufre las consecuencias de las múltiples crisis que azotan nuestro país. Pero como en su barrio o como en el mío, esa gente lucha por seguir adelante, resignada ante lo que no pueden controlar buscando soluciones a todos los problemas que dificultan su día a día. He leído incluso, que es costumbre en el barrio dejar los coches en doble fila sin el freno de mano puesto, para en caso de molestar la salida de uno de los escasos aparcamientos, de otro conductor, este pueda desplazar el coche con un simple empujón.  Un barrio como digo, no muy diferente a cualquier otro. Un barrio de gente que a pesar de la que está cayendo ha demostrado, como en la mayor parte de este país, unas dosis de civismo propias de una sociedad de la que se puede presumir, aunque los últimos sucesos nos puedan crear dudas sobre ello.

sábado, 11 de enero de 2014

Bulos en la red. Emigrantes

Desde hace unos días se viene intensificando en las redes, uno de esos insustanciales debates tabernarios, alentado por una interpretación de los textos de las leyes, demasiado enrevesada en algunos casos, y en otros, simple y llanamente por cuestiones electorales, alejándose de la interpretación que entra en el ámbito de lo normal y acercándose más a la tergiversación; situación mucho más grave.
En este caso, es la supuesta pérdida del derecho de aquellos emigrantes españoles, que se ausenten de su patria más de 90 días, a la sanidad pública. Esta noticia, que se recoge hasta en medios de comunicación de más o menos prestigio, se ha propagado como la pólvora, estallando en un sinfín de críticas hacía el Gobierno de España, por el trato que les da, a los malvados emigrantes que después de formarse en España, abandonan el barco en busca de botines mejores.

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