Como titularía García
Márquez, la crónica de una muerte "política" anunciada, tocará a su fin el 9-N.
La pantomima que Artur Mas, se ha sacado de la chistera para inmolarse públicamente no tendrá más recorrido. Atrás quedan los chantajes al Estado al que siempre ha pertenecido, unas elecciones que convocó para legitimar sus amenazas y fue el primer ridículo de una serie interminable. Atrás quedan los golpes que se ha dado contra el muro de la legalidad constitucional aceptada en su día por él mismo, los avisos de las diferentes instituciones europeas y la vergüenza de aceptar la diferencia entre el término subjetivo “España nos roba” y el objetivo “Pujol nos ha robado” . Por delante quedará todo el daño ocasionado a la sociedad catalana, resquebrajada entre lo blanco y lo negro; sin ningún tipo de matiz y unas elecciones anticipadas que certifiquen el fracaso independentista de un partido que siempre fue nacionalista.
La pantomima que Artur Mas, se ha sacado de la chistera para inmolarse públicamente no tendrá más recorrido. Atrás quedan los chantajes al Estado al que siempre ha pertenecido, unas elecciones que convocó para legitimar sus amenazas y fue el primer ridículo de una serie interminable. Atrás quedan los golpes que se ha dado contra el muro de la legalidad constitucional aceptada en su día por él mismo, los avisos de las diferentes instituciones europeas y la vergüenza de aceptar la diferencia entre el término subjetivo “España nos roba” y el objetivo “Pujol nos ha robado” . Por delante quedará todo el daño ocasionado a la sociedad catalana, resquebrajada entre lo blanco y lo negro; sin ningún tipo de matiz y unas elecciones anticipadas que certifiquen el fracaso independentista de un partido que siempre fue nacionalista.
El President de la Generalitat,
ha decidido echar el resto, y no conforme con la paralización por el Tribunal
Constitucional del proceso inicial, está decidido a realizar el sucedáneo de
consulta, sin apoyos políticos, sin base jurídica alguna y parece que también
con la anulación de los actos programados para el 9-N por el propio
Constitucional, que le obliga a ceder el testigo de la independencia a quien
siempre lo debió portar; la sociedad civil catalana, movida por sentimientos
legítimos. Nunca un gobernante debería gobernar para solo una parte de su
pueblo.
Intentar legislar los
sentimientos de algunos, con los recursos de todos, es un error que Artur Mas
nunca ha valorado. Los sentimientos nunca se pueden legislar. Siempre legítimos
y volátiles, van y vienen, siguiendo patrones sentimentales que la política ni
puede, ni debe intentar controlar. Si hay algo, en lo que la política puede
influir, es en hacer más sanos esos sentimientos, en vez de fomentar el odio,
el rechazo o la animadversión como se ha venido haciendo hasta ahora. En este sentido, ciertos políticos
catalanes se están equivocando en estos momentos. Pero no son los únicos
responsables.
Siempre me posicioné en dos
aspectos que entiendo muy lógicos; por una parte, que una zona de España, no
decida sobre algo que afecta al resto y por otra, que una mayoría del 51% (ni
del 60 o 70%) nunca debería tener legitimidad para algo tan serio y de tan
complicado retroceso, como es separarse de España y de la Unión Europea, con
las consecuencias que eso tendría. Para decisiones de tal calado, y tan
propensas a las fluctuaciones sentimentales, serían necesarias mayorías muy
amplias. Pero posicionarme de esa forma, nunca significó que no pudiera ver
esos matices a los que anteriormente me referí. Tal vez, también sea hora que
hagamos autocrítica e intentemos profundizar en los motivos de esos
sentimientos nacionalistas de gran parte de la sociedad catalana; que están
ahí, a la vista de quien los quiera observar.
Todos sabemos, que los
sentimientos se mueven en función del cariño que se recibe. Cuando hablo de
cariño, hablo de gestos inmateriales, que provocan sensación de bienestar a
quien los recibe. Y es posible, que herencia de los vicios del Franquismo, este
país y sus gentes no hayan sabido hacer una España más catalana.
El espíritu ultranacionalista del
régimen, españolizó todo lo castellano, relegando a algunas realidades
históricas a permanecer en el ostracismo. Mientras que algunas de esas
realidades históricas, que han marcado la historia de España, y han convertido
a este país en un lugar plural y rico en culturas, se adaptaron bien a esa
españolización de todo lo castellano, véase el caso andaluz y sobre todo
canario, otras realidades históricas más complejas culturalmente, con idiomas
propios y fuertes raíces independientes, fueron excluidas y silenciadas por
ley. El idioma castellano pasó a ser el idioma español en el vocabulario popular, como si el catalán, el
vaso o gallego no fueran nacionales. Aún hoy, no hemos sido capaces de desprendernos
de ese vicio, que puede provocar cierta sensación de rechazo, por ejemplo en
Cataluña. Pero no solo en el ámbito lingüístico hemos marginado a esta región
española. En la calle lo vemos a diario. Lo español es español independientemente del lugar de donde venga, y lo catalán es
catalán; y esa percepción que tenemos de la realidad española, perfectamente
puede hacer sentir a gran parte de la sociedad catalana, cierto rechazo. La
propia ciudad de Madrid se ha convertido en adalid de españolidad, omitiendo en
gran parte su carácter castellano y mientras todos los bailes regionales son
españoles, la sardana sigue siendo ese baile catalán que lo inventó un
jiennense; si por jiennense puede considerarse a un nacido en Alcalá la Real,
de padres catalanes y que solo vivió unos meses en tierras andaluzas. Tristes
argumentos, para quien desea unificar a una nación plural como la española. El ataque frontal al vecino y el conocido como “y tú más” se han demostrado ineficaces.
Pienso que un Estado unido y plural, no es tan difícil de imaginar sin
necesidad de recurrir a argumentos tan rebuscados, que solo buscan seguir
incidiendo en esos vicios franquistas.
El 9-N se consumará el ridículo y
el ruin gobierno de ciertos políticos catalanes que han dividido a la sociedad de
forma mezquina, pero los sentimientos seguirán estando presentes entre quien no
siente a España como algo propio. Y es ahí donde entramos cada uno de nosotros,
para dar un mensaje de unidad, aceptación y comprensión a un pueblo que tanto
ha aportado a este país histórica y culturalmente.
Seguro, que independientemente de los sentimientos
personales, el sentir colectivo será más tolerante hacía la necesidad y la
conveniencia de que juntos somos mejores. Todo es cuestión del cariño recibido,
no de los beneficios económicos, como ha pretendido el futuro cadáver político,
Artur Mas.
Foto; http://www.navarraconfidencial.com/2013/09/11/mentiras-y-verdades-sobre-el-nacionalismo-y-la-diada/ |
No hay comentarios:
Publicar un comentario