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lunes, 24 de noviembre de 2014

Políticas de aldea

No me atrevería a asegurar, si el siempre lúcido eurodiputado de UPyD, Fernando Maura lleva razón en esta ocasión, cuando afirma que “Albert Rivera es el futuro”. Pero lo que me queda claro, es que Rosa Díez y sus palmeros son el pasado. Forman parte de una casta política (con el permiso de Pablo Iglesias, y advirtiendo que no me consideren parte de SUS ciudadanos)  que se resiste a aceptar la realidad que vemos los mortales. Esa casta; en este caso más grave porque intenta vender regeneración, que aislada en su burbuja se aferra a los sillones ganados en circunstancias muy distintas a las actuales esperando que pase el temporal.

Nunca fui de los que abandonan el barco, en la primera fuerte marejada que lo sacude, mucho menos cuando el temporal me pilla a tantas millas náuticas de distancia, pero si un día aposté por dedicar mis ratos libres en trabajar para defender el ideario de UPyD, no lo hice precisamente por simpatías hacía personas o colores, lo hice porque pensé que ese ideario representaba gran parte de mis ideales. Muy parecidos, por cierto a los que representa Ciudadanos. Es por ello, que ni me planteó dejar de defender esas ideas regeneradoras de la democracia que buscan la separación absoluta de los poderes públicos, la eficiencia en la administración o las reformas sensatas alejadas de cualquier componente ideológico, lo que no estoy tan seguro es a través de qué marca comercial. Hasta ahora UPyD no me ha dado motivos para pensar que se alejan de estas y otras líneas de trabajo, pero cuando UPyD empieza a ser un problema para UPyD permítanme que dude de su capacidad para ponerlas en práctica, de la única manera que se pueden poner en práctica; adquiriendo más representatividad en las instituciones. Sea con un 9 en transparencia o con un 10. Sea con personas; como quien suscribe estas líneas, sin pasado político, o con personas que han formado parte de partidos nacionales, regionales o locales y que han decidido como todo hijo de vecino, aceptar los ideales que representan ambas formaciones y someterse a sus Estatutos, ya sean públicos o estén guardados en algún cajón de un despacho. Perderse en esos detalles, es hacer políticas de aldea. La actualidad requiere valor y altura de miras.

Uno de los principales problemas de este país; en mi humilde opinión, es que está lleno de charlatanes, que hablan, opinan y proponen sobre cosas que tienen demasiado lejos (aunque la televisión nos diga lo contrario) mientras son incapaces de pasar a la acción en todo aquello que les rodea. Por ese motivo nunca me he tomado muy en serio lo que pasa en las altas esferas, porque considero que todos mis esfuerzos se deben orientar a aquellas cosas en las que mi trabajo pueda influir. Por lo tanto, desconozco los motivos por los que se han interrumpido las negociaciones entre UPyD y Ciudadanos, que se habían iniciado para buscar formulas con las que no hacerse la competencia en futuras elecciones entre las personas que creemos en esas ideas que ambas formaciones defienden. Solo han llegado las versiones oficiales de los dos partidos políticos, y evidentemente ninguna hace autocritica.

Ciudadanos y UPyD, han decepcionado a todas las personas, que más allá de actuar como hooligans que defienden unos colores o aduladores de ciertos mesías, creemos y trabajamos por cambiar el negro panorama político de este país, donde la única alternativa visible al bipartidismo estructuralmente corrupto, es el populismo falaz de ideas extremistas. Tal vez, estemos perdiendo la oportunidad de articular una vía sensata, que respete la legalidad y que planteé un cambio constitucional sin denostar la Carta Magna, que nos ha aportado tantas décadas de estabilidad. Hoy, esas personas nos sentimos desamparadas, y aunque sigamos contra viento y marea, defendiendo esos ideales, notamos como nuestro barco zozobra, porque los capitanes que dirigen esos barcos no están a la altura, y se pierden en hacer políticas de aldea.

Los mal pensados, verían en este proceso un paripé, por parte de la cúpula de UPyD, para dar una frágil respuesta a todos los afiliados y simpatizantes, que sintieron como propio el artículo del pasado verano de Sosa Wagner. Tal vez piensen que ellos han cumplido solamente por hacerse una foto y asistir a un par de reuniones, amén que por el camino se han cargado al mensajero, pero la realidad se hace evidente; el partido, pierde cada día militancia. Las encuestas muestran un estancamiento y después de siete años, está claro que no se ha conseguido a ilusionar a “esos millones de personas que son de UPyD y aún no lo saben”. Síntomas claros, que indican el único camino posible. Un Congreso Extraordinario, donde se decida una nueva dirección y nuevas estrategias que nos hagan diferenciarnos, como lo hacíamos no hace mucho tiempo, de los partidos tradicionales, sumando apoyos entre todas las personas que compartan parecidas ideas. Generar la ilusión que Rosa Díez ya no genera.

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