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sábado, 26 de septiembre de 2015

Recibirá su merecido

Aprovechando la jornada de reflexión de las elecciones catalanas, siento la obligación de volver a reflexionar sobre algo tan manido, y que personalmente a estas alturas me produce tanto hastío, como es la política catalana. Mejor dicho la antipolítica catalana, porque el único cambio social que ha propiciado el Gobierno Mas, ha sido la fractura de la sociedad catalana en dos bandos. El único gobierno de la economía catalana, ha sido invertir ingentes cantidades de dinero e influencias en propaganda independentista, mientras se estancaba la resolución de los verdaderos problemas que afectan al pueblo catalán. Después de un lustro en el poder, Artur Mas ha demostrado su total incompetencia reiteradas veces, y mañana pagará sus deudas con la sociedad catalana.
Utilizó su mayoría absoluta para centrar su acción de gobierno en perseguir un anacronismo insolidario. Mientras la Unión Europea tiende, o debería tender hacía una unidad fiscal, él pedía un concierto especial para Cataluña, haciendo gala de su complejo de inferioridad al compararse con País Vasco y Navarra. Comunidades que por otro lado más tarde o más temprano deberán aceptar el destino final. Todavía nadie me ha explicado la correlación que existe entre la loable defensa de la cultura propia; de las costumbres, tradiciones e idiosincrasia de los pueblos y regiones históricas que pueblan de pluralidad nuestro país y a su vez lo enriquece, con un régimen fiscal propio.

No aceptando su derrota, convocó unas elecciones en las que fracaso claramente. Había  contaminado su programa electoral con independentismo radical, haciendo gala de nuevo de su complejo de inferioridad al compararse con los independentistas de toda la vida. Evidentemente perdió, porque en política no valen las falsificaciones. No obstante, tozudo él se aferró al poder apoyándose en ERC, en una coalición ideológicamente antinatural, cuyo único punto compartido era conducir a Cataluña hacía la ilegalidad del Referéndum, bajo el eufemismo del “Derecho a decidir”.

Consumado el delito el 9-N; saltándose a la torera la Constitución al negar mi voto y el del resto de ciudadanos españoles y la sentencia del Tribunal Constitucional;  con urnas de cartón, sin ninguna garantía fiable y con una participación del 37%, Artur Mas dio un paso más en su suicidio político haciendo el ridículo.

Como último acto, de este vergonzante representante público, vuelven a convocar unas elecciones, las cuales quieren dotar de carácter plebiscitario y en donde el único punto de su programa electoral es la declaración unilateral de independencia de Cataluña. Para ello, ha prescindido de su partido, de su aliado tradicional y de toda la sociedad catalana, pues ha dejado claro que lo único que le interesa es poner muros a su Masía. Tal vez muchos votantes en Cataluña acompañen al President en su delirio, tal vez previamente adoctrinados en su teoría que todos los males de Cataluña son culpa de la pérfida España, pero tal vez también, mañana las elecciones catalanas pongan a este señor en su sitio y se demuestre el daño que ha ocasionado, no solo entre sus detractores, sino entre sus partidarios; pues se pondrá de manifiesto que han comprado el humo que les vendieron unos simples bufones de la democracia.

Y todo esto en  cinco años, donde la política en Cataluña ha  sido nula.

Posiblemente sea, el menos patriota de los unionistas, pero creo en la unidad de una España plural, donde las regiones y comunidades tengan los medios necesarios para garantizar la defensa, promoción y sostenimiento de las culturas locales en todos sus acepciones, bajo la tutela de un Estado que garantice la igualdad, solidaridad y respeto en todo el territorio nacional, con competencias exclusivas en aquellos ámbitos vitales para conseguir esos objetivos. Y en este juego separatista, no tolero ni una trampa.

Artur Mas, recibirá mañana su merecido, porque lleva cinco años haciendo trampas. Porque aún cuando ganara, es inconcebible pensar que una mayoría simple, decida sobre el resto, algo tan trascendente como es la autoexclusión de un Estado miembro de la Unión Europea y por ende de la misma Unión. Yo diría que ya ha empezado a perder estas elecciones, con el aumento de más del 75% del voto por correo respecto a las pasadas elecciones.
Pero mañana saldremos de dudas. Solo espero que Artur Mas reciba su merecida derrota final y pague con su muerte política el clima de tensión que ha generado durante estos años, la frustración que va a generar a sus partidarios y el estancamiento que ha provocado en toda Cataluña debido a su antipolítica.

Las sensibilidades personales van y vienen, suben y bajan. Son síntomas incontrolables, por los que la política siempre debe estar por encima. No se puede legislar sobre los sentimientos, ni los sentimientos personales deben afectar a la forma de hacer política, pues la política siempre debe buscar el interés común.



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