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jueves, 27 de junio de 2013

Las luces de España

La distancia y el tiempo, son la mejor medicina para el alma. De todos es sabido. Son los mejores tratamientos para los males de amor, para los sentimientos más desagradables, para todo aquello que te perturba en el día a día. Un cambio de vida radical siempre es la mejor manera de aplacar los males más profundos de aquellos espíritus castigados por las circunstancias de su entorno.
Imagén; www.hoy.es
Nadie se haga ilusiones. Mi patriotismo sigue igual de moderado, pero después de tres meses en el extranjero, trabajando, sufriendo otra realidad, rodeado de otras personas y viviendo en otro entorno, te da una perspectiva diferente. No es que me arrepienta de nada de lo escrito anteriormente en este blog sobre España, es que me es imposible continuar, sin una obligada disculpa por mi ceguera, y una mención a todo aquello de lo que podemos presumir. 

Tres meses en Francia, y por fin puedo hablar de las luces de España.



En este país podemos presumir de nuestra tolerancia. Cada mañana, antes de ir a trabajar, en la televisión francesa se podían ver las manifestaciones diarias contra la reciente aprobación de la Ley del matrimonio homosexual en nuestro país vecino. Manifestaciones donde la Iglesia hacía gala de su poder y donde poco más se proclamaba el final de la raza humana. Manifestaciones que diariamente acababan en disturbios y auténticas batallas campales entre animales de extrema izquierda y animales de extrema derecha. Animales todos, que en un país como el nuestro están en peligro de extinción. Nadie les hace caso, por más ruido que hagan y ese será su apocalipsis. La ignorancia. 

Pero en Francia, estos grupos tienen quien les ría las gracias, y así acaban estos disturbios. Heridos graves de ambos bandos, e incluso una muerte de un animal relacionado con la extrema derecha, a manos de otro animal (y creo que estoy insultando a los animales por compararlos con estos seres) de la extrema izquierda, que paradójicamente era español. Tal vez vivamos en una emigración de salvajes, hacía zonas más fértiles para su supervivencia. No sé.
Recordando las manifestaciones a la española, que se produjeron allá por el 2005 en nuestro país, y donde por supuesto la Iglesia y los grupos salvajes de extrema derecha, intentaron poner el grito en el cielo para evitar la extinción de la raza humana, lo cierto es que no pasó nada excepcional. Personas a favor, personas en contra e indiferentes. Todo dentro de la normalidad en un Estado Democrático, donde una vez que se aprobó la Ley y todos los tribunales la consideran justa, el curso de la humanidad sigue su ritmo, sin ningún tipo de alteración, porque una minoría elija una alternativa sexual diferente al resto. 

En este país podemos presumir de nuestra alegría de vivir, aunque siga considerando que nuestros horarios se tendrán que adaptar a los europeos, tarde o temprano. Podemos presumir del trabajo que realizamos, aunque se sigan utilizando tópicos sin ningún fundamento, en este país trabajamos mucho y bien y eso es algo que he podido comprobar día a día rodeado de personas que sin ilusión por lo que hacen, no saben hacerlo bien. Podemos presumir de nuestro respeto al prójimo, de nuestra solidaridad, de vivir en una sociedad preocupada por todo lo que el dinero no puede comprar.

Vivimos en un país donde ganar solo es un escalón hacía la meta. En ningún momento veremos Madrid o Barcelona arrasadas por los aficionados de un equipo de fútbol, como he podido ver a los hinchas del París Sant Germain, destrozar la bella ciudad de París. Es cierto que somos sucios en nuestras celebraciones, pero no destructivos. En lineas generales, claro está.

Por fin desahogado, ahora podré continuar desgranando las sombras de España. Su añeja democracia. Su política ruin. Su sociedad pusilánime. Pero eso será mañana, hoy toca disfrutar de sus luces recién descubiertas, opacadas durante largo tiempo.

Y como es de recibo, próximamente me veré obligado a destacar las luces de Francia, que también son muchas y luminosas.


 

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