“Déjate de cumplimientos entre
nosotros; ya sabes que yo soy franco y castellano viejo; el pan pan, y el vino
vino”
Lo haré en
castellano, aún sabiendo que muchos de ustedes hablarán en andaluz, como es
lógico. Pero lo haré con el total convencimiento, de que me entenderán. Estoy
seguro que no les costará esfuerzo comprender mis palabras, no solo porque
después de tantos años en Andalucía, mi castellano se haya visto alterado por
las influencias de su bello dialecto, sino porque a pesar de las diferencias en
la pronunciación y el significado distinto de algunas palabras, compartimos la
misma lengua vernácula. Aquella que se codificó durante el reinado de Alfonso X
el Sabio, agrupando las diferentes variedades dialectales existentes en sus
dominios. De ahí nació el castellano, (el último de los idiomas nacidos en la Península
Ibérica) que se fue extendiendo a la misma vez que se extendía Castilla.
El lenguaje, es posiblemente la mayor manifestación cultural
de un pueblo. Algo que no entiende de fronteras, ni realidades geopolíticas.
Por eso, curiosamente, ninguno de los idiomas oficiales de nuestro heterogéneo
país, se habla solamente en España.
- El gallego y sus distintos dialectos, se hablan no solo en Galicia, sino en la zona norte de Portugal y localidades extremeñas limítrofes con el país luso.
- El vasco (preciosa historia la de este lenguaje, sin familia base conocida y siempre envuelto en un halo de misterio por unos orígenes que ningún experto ha podido establecer) junto con su multitud de dialectos, es hablado en el norte de España, más allá de esas fronteras impuestas por el hombre y que delimitan un territorio llamado País Vasco, y en el sur de Francia, donde goza de una especial protección y potentes políticas de fomento para su conocimiento.
- El castellano y sus variantes, sabrán tan bien como yo que ocupa el 2º puesto como idioma más hablado en el mundo, abarcando cuatro continentes y a más de 500 millones de personas.
- El catalán y sus dialectos, ocupa el 2º lugar por hablantes de las lenguas vernáculas, nacidas en ese territorio que hoy llamamos España, y su importancia es tal, que engloba a más de 12 millones de hablantes, no solo en Cataluña, sino en regiones como la Valenciana y las Islas Baleares, algunos puntos de la actual Italia e incluso es el idioma oficial de un país, que nada tuvo que ver nunca con Cataluña, como es Andorra.
Entonces entenderán ustedes, porque no me siento con ningún
tipo de derecho para expresarme en español. Porque para mí, tan español es el
castellano, como el catalán, el gallego o el vasco. Todas son lenguas nacidas
en el territorio que hoy comprende este país diverso y por ello tan especial.
Si un australiano o un estadounidense escribe en inglés; no en británico,
porque tan británico es el inglés, como el galés, el irlandés o el escocés; yo
lo haré en castellano.
Desde hace tiempo me siento horrorizado, por esa lucha
absurda, Cataluña-España, España-Cataluña que desde algunos partidos políticos
o algunos políticos en concreto, plantean en nombre de los sentimientos de una
sociedad. Como si la sociedad catalana o la sociedad española estuviera formada
exclusivamente por sus acólitos. En un intento inútil de manipular el corazón
del ser humano, empequeñecerlo o coartar la libertad individual de sentirse
español, catalán, europeo, todo a la vez o nada en particular.
Cada vez es más frecuente ver, como desde la política se
intenta nacionalizar los sentimientos a través de la cultura.
El llamado concierto per
la libertat, del pasado sábado en el Camp Nou, es otra muestra más, donde
una organización política apoyada por partidos de tintes soberanistas o
nacionalistas, se creen dueños del sentir general por aglutinar a 90.000
personas en torno a unas viejas glorias del franquismo, que paradójicamente,
casi todos han cantado siempre en castellano y algunos artistas catalanes e
incluso madrileños fanáticos del protagonismo, que a golpe de talonario están a
favor de lo que sea. Aunque sea una independencia por ley imposible y en pleno
siglo XXI, en la era de la globalización, totalmente fuera de lugar.
La cultura catalana se manifiesta en Cataluña, al igual que
en Andorra o que en L’Alguer municipio
de la isla de Cerdeña. No es monopolio de la Cataluña actual o de los llamados
Países Catalanes, con la Comunidad Valenciana o las Islas Baleares incluidas. Y
esa, precisamente es su grandeza. Pero este ejemplo no es el único, y ni mucho
menos el más estrafalario
Recientemente leía en una publicación especializada, como las
Cortes de Aragón aprobaban con el único voto del partido gobernante, una ley
que dicen desde el gobierno regional, servirá para promover y preservar las
variedades lingüísticas de la región. Nada más lejos de la realidad. Se trata
de un burdo intento, que ya huele a obsesión, de degradar lo catalán, desde las
posturas más españolistas. Otra vez la dichosa guerra España-Cataluña. Les cuento.
A partir de ahora, el catalán que se habla desde siempre en
Aragón; los dos dialectos; pasan a llamarse LAPAO (Lengua Aragonesa Propia del
Área Oriental) y LAPAPYP (Lengua Aragonesa Propia de las Áreas Pirenaica y
Prepirenaica).
Menuda patochá, como
diríamos en la Lengua Marteña Propia (LEMARPRO), cuando el andaluz se excluya
del castellano, y el marteño del andaluz, para no ser menos. Aunque nosotros
por lo menos podríamos decir, que hablamos el LEMARPRO, por mal que suene,
porque respecto al LAPAO, ya existe un idioma en China con ese nombre, y el
gobierno aragonés desaconseja el uso de esta abreviatura para evitar
confusiones. Ver para creer.
Todo un despilfarro de idioteces, sin ningún tipo de demanda
social (los estudiantes de estas zonas seguirán aprendiendo desde niños el
catalán, en su variedad dialectal correspondiente) y lo que es peor,
empobreciendo la cultura del lugar al considerarla un elemento aislante y
echando más leña a un fuego, que solo beneficia a algunos políticos que se
envuelven en banderas de colores para esconderse de sus mediocridades.
Me siento afortunado al poder
expresarme en castellano, però també
sento el català com una cosa propia. A beleza da lingua galega recórdame épocas máxicas, magikoa da, euskararen historia ezagutzeko gisa
. Agur
Emilio Almodóvar
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