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martes, 19 de agosto de 2014

Martos, turismo y desidia.

Corría el verano del 2010, cuando gracias a la realización de un curso orientado a la explotación del turismo cultural en Martos, tuve la oportunidad de pasar muchas horas en la Torre del Homenaje de la llamada fortaleza baja de la villa. Fue una experiencia muy enriquecedora, más que por lo que nos enseñaron en aquel curso nuestros monitores, por todas las aportaciones que los visitantes a la torre nos regalaban a diario. Entendí y comencé a participar por aquellas fechas, de la profunda admiración y cariño que los vecinos de Martos profesaban hacía el patrimonio histórico, de la que después de cinco años sentía mi ciudad. Aquel verano, tuve la oportunidad de profundizar en la milenaria historia de Martos, en sus monumentos, en ese patrimonio histórico real y/o legendario.
Capte la necesidad de dar a conocer todo lo que empezaba a maravillarme, a los visitantes que se acercaban a la ciudad y los beneficios que nos traería un incremento del turismo a nivel económico y social. Me ilusioné tanto con la idea, que junto con algunas compañeras del curso, creamos una asociación que lamentablemente no cuajó por diversas circunstancias.
Entonces, como ahora, solía implicarme a fondo en todo lo que hacía y mi mayor ambición era sentir que cada día se intentaba mejorar, para ofrecer al visitante a la Torre del Homenaje un plus añadido. 

Y entonces...me topé con la desidia.
Siendo realistas; más allá del encanto que nuestro patrimonio histórico, cultural o natural nos produzca y aceptando que Martos tiene aún un amplio recorrido para ser receptor de turismo; imaginarnos una ciudad llena de visitantes todo el año, deseosos de ver el esplendor de la Capilla de Nuestro Padre Jesús, la mágica Iglesia de Santa Marta, el imponente Santuario de la Virgen de la Villa o las bellas muestras del Renacimiento con las que cuenta Martos, por ejemplo, es utópico. Debemos saber dónde estamos. Nos encontramos en una provincia por la que solo pasan dos de cada cien turistas que llegan a Andalucía (Diario Jaén 17/08/2014) y rodeados por pueblos y ciudades que en gran medida han sabido conservar su patrimonio mucho mejor que nosotros, llegando incluso algunas de esas ciudades a ser declaradas como Patrimonio de la Humanidad. 

Nuestro gran potencial en materia de turismo; además de las habituales fiestas populares que suelen atraer a visitantes con algún tipo de vinculación a Martos, son ustedes. La sociedad organizada a través de asociaciones, que de una forma u otra incentiva el traslado de personas hacía nuestra localidad. Eventos como los recientes festivales musicales, Vértigo Estival o Rock en la Peña, como el inigualable Astromartos; un evento de referencia, del que podemos presumir en todo el mundo, o como las actividades culturales, encomiables y de calidad que organiza Tucci Nostra para acercar las leyendas y tradiciones marteñas al público, son el gran motor del turismo en Martos. Eso es una realidad, que genera visitas al municipio, que genera puestos de trabajo directos e indirectos y sobre todo, que genera expectación y fomento de la ciudad, más allá de su zona de influencia. Es ahí, donde nuestro patrimonio tangible o intangible debe actuar magnetizando al visitante, con unas pinceladas de belleza o de misterio. Debe actuar, incitando al visitante a conocer más, a volver en otra ocasión. Pero de nuevo nos encontramos con la desidia de aquellos organismos competentes para fomentar el turismo municipal. 
Tal vez, sea necesario crear un mapa turístico que sirva de guía clara y precisa para el visitante, parecido a cualquier otro que podemos encontrar en cualquier ciudad del mundo, que contenga expresamente horarios de visitas, información básica del monumento e itinerario a seguir. Me refiero, a uno de esos trípticos tan habituales en los domicilios de quien nos gusta viajar, como recuerdo de nuestras visitas o intercambio de información entre amigos con aficiones parecidas. Evidentemente, cuando hablo de una guía clara y concisa, no estoy apuntando esos minilibros de historia marteña que existen en algún lugar escondidos y que hacen las delicias de quienes disfrutamos con el conocimiento, el misterio y la interpretación de la historia. Hablo de un mapa turístico manejable, y lo más importante; accesible. Me contaba un amigo hace pocas semanas, la odisea de conseguir en un fin de semana algo parecido a lo que estoy contando. Ni tan siquiera en el ayuntamiento supieron dar satisfacción a su modesta demanda, entregándole un policía local un callejero de 50x50 con una única información... anuncios de comercios marteños. Ni tan siquiera, en la recién estrenada web municipal, se cumple este objetivo, perdiéndose la información clara y concisa, entre todo el torbellino de información histórica, que no a todo el mundo interesa.
La creación de ese mapa en papel o la inclusión del mismo en la web oficial de la ciudad de Martos, creo, no es por dinero, es por pura desidia, y en momentos donde los visitantes se multiplican por cualquier motivo, véase la inminente Feria de San Bartolomé, supone un lastre, otra oportunidad perdida para incentivar a esos visitantes a realizar otra visita posterior a la ciudad, con motivos diferentes a los que le han traído a ella.

Esa desidia por fomentar el turismo en Martos, es más que evidente en la forma de actuar con el emblema de la ciudad. El olvidado Castillo de la Peña, que languidece año tras año, esperando una subvención millonaria que lo rehabilite. Soy de la opinión, que inventarse un castillo en la cima de la peña sería un error que se pagaría muy caro. El turista, el visitante y el propio vecino, no quiere ver espejismos artificiales. Solo contemplar lo que es, e imaginarse lo que fue. Hablo de limpiar el entorno, hacer los estudios humanamente posibles que nos ayuden a entender la realidad de aquella fortaleza en la Edad Media (Me comenta un arqueólogo que una Cata Arqueológica es perfectamente asumible por un presupuesto municipal ), consolidar las ruinas y poner en valor el entorno. Es por desidia, por lo que durante décadas no se ha hecho absolutamente nada. La ansiada subvención puede llegar o no, pero mientras tanto, día a día perdemos una joya que cada vez es más difícil salvar. Una joya, que durante años, por fases, se podría haber pulido poco a poco para encontrarla algo más adecentada.

Escribo este artículo, que habla de la desidia de las personas encargadas durante años, de fomentar el turismo en Martos, motivado por el recuerdo de aquella experiencia que conté al principio. El pasado día 15 de agosto, volví a la Torre del Homenaje, esta vez como visitante que busca incidir de una forma u otra, en el tipo de ocio que puedan tener sus hijos en un futuro y volví a toparme con la desidia.
En la planta primera de la Torre del Homenaje, existe una pantalla a la vista, que está conectada a un sistema informático, oculto por unos embellecedores (por llamarlos de alguna manera) verdes de madera. La pantalla estaba apagada, y le pregunté a la chica encargada de recibir a los visitantes y mostrar la torre, el motivo. Ella me respondió lo que yo imaginaba...-Le habían dicho que estaba roto y no funcionaba-

En aquel verano de 2010, cuando recibí por primera vez las llaves de la Torre del Homenaje, me interesé por ese dispositivo, y la respuesta fue la misma...-No funciona-.
No soy ningún erudito de la informática, pero me propuse poner en marcha el sistema y lo conseguí en el mismo día. Creo que solo tuve que conectar dos cables sueltos, enchufar el dispositivo a la red y darle al botón ON.
Soy un desastre del software desconocido, pero solo me costó un par de días para conocer el sistema operativo que básicamente consistía en dos plataformas que se manejaban con un ratón que se encontraba dentro de la estructura fea de madera verde, que colocado de manera improvisada te permitía obtener información dentro de cada plataforma. Una plataforma era de información sobre los pueblos y ciudades que componían la Ruta del Legado Andalusí, y la otra era de información sobre los pueblos y ciudades que componían la Ruta de los Castillos y las Batallas; esta plataforma por cierto, muy completa y dinámica.
Tengo imaginación, eso sí, y suelo implicarme mucho en todo lo que hago, por lo que una vez que el dispositivo tecnológico estaba funcionando, cumpliendo su función principal, dar a conocer a los visitantes las dos rutas más importantes en las que Martos estaba incluida, dí el siguiente paso...crear ambiente. Compré un CD y grabé en él música medieval. Unas pocas comprobaciones el día siguiente, y con mis pocas habilidades tecnológicas conseguí crear una atmósfera diferente, con música de fondo e información útil al alcance de la mano del visitante. Como digo, eso lo hice con mis escasos conocimientos informáticos, por lo que puedo pensar, en cuantas posibilidades más, podrá ofrecer ese equipo gestionado por personal competente que seguro existe en nuestro ayuntamiento. Pero parece que es más fácil decir que está roto y no complicarnos la vida.

Pura desidia.

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