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jueves, 14 de agosto de 2014

No somos nada

Es curioso...Mi hija; adolescente ella, tiene que soportar cada día mis bienintencionados consejos. Ella, imagino que como yo en su día, envuelta en un mundo de temores ocultos, ganas de destacar, de ser aceptada en un mundo tan pequeño como grande es su imaginación, sopesa cada día si lo que yo le digo es lo correcto o en cambio puedo estar equivocado.

Como todo padre de vecino, aconsejo (a veces riño) a mi hija, que planifique su vida, que persiga sueños, que se ilusione por las cosas que hace y que nunca caiga en la resignación. ¡Tu vida será como quieras que sea, si trabajas y te esfuerzas por conseguirlo! Le digo yo.
Pobre de mí.
Bastante conozco ya, la verdadera esencia de la vida. Esa que no entiende de planificaciones, ni sentimientos. La que te arrastra en una vorágine de actualidad vapuleada por constantes cambios. Esa vida donde los sentimientos se entroncan, difuminando el amor con el odio, la alegría con la tristeza, la esperanza y la desesperación. La vida que no entiende de sueños ni ilusiones, cuando te machaca la moral, para luego hacerte resurgir con más fuerza, a veces con resortes de origen desconocidos, otras por simple orgullo y otras muchas con conceptos diferentes, visiones diferentes y seres diferentes a los que fuimos anteriormente.
En fin; como digo....La vida pura, NO DURA. 

Deberíamos los padres, cultivar también esa faceta de la vida en nuestros hijos. La capacidad de cambio y de adaptación, que los seres humanos debemos desarrollar ante las adversidades que nos vamos a encontrar en la búsqueda de nuestros objetivos. Adversidades que muchas veces, hacen que esos objetivos, sufran bruscos giros o incluso cambien. Nada es para siempre; se suele decir, pero la visión de nosotros mismos en el futuro mucho menos.

Al final, no somos nada de lo que pensamos un día ser. Somos el resultado de miles de decisiones que tomamos cada día, de miles de palabras que decimos y otras miles que escuchamos. Somos lo que leemos, lo que vivimos y lo que cargamos en una mochila incorpórea que siempre va pegada a nuestra espalda y solemos llamar "experiencia". En definitiva; somos vida.

Que derecho tengo yo a engañar a mi hija. Yo, que nunca imaginé tener hijos y hoy tengo tres. Que me imaginaba recorriendo el mundo y viviendo aventuras increíbles, con una mochila, al más puro estilo perroflauta, y trabajo preparando a personas para desenvolverse sin problemas por los diferentes países por los que pasen, aconsejando que lleven maletas y documentos. Yo mismo, que en mis periplos por el extranjero, he sido de todo menos arriesgado. Que derecho tengo, cuando después de disfrutar de la política de la forma más cómoda, criticando a todos y a todo desde este humilde blog, ahora flirteo con ella.
Todo ese es producto de la vida misma. De esa vorágine de actualidad y sentimientos incontrolables que hacen de las personas, aquello que nunca imaginaron.

Las experiencias, vivencias y conocimientos se van abarrotando en nuestra espalda y siempre formarán parte de nuestro ser, pero nuestras acciones en todo aquello a lo que nos arrastre la vida nos hacen cambiar, adaptarnos e incluso ser felices. Siempre me interesará recorrer el mundo, pero de una manera muy diferente a la que imaginé. Siempre me interesará cambiar el mundo; por lo menos aquello a lo que la prolongación de mis brazos pueda llegar, pero por otros medios que otrora deteste. Resultados de la vida. 

Es muy curioso, como la vida nos va transformando. Ahora pienso en defender ideas, no colores, como lo hice antes. Ahora defiendo hechos, no palabras vacías que tantas veces me engañaron. La vida me ha enseñado a defender el ser, el individuo que actúa desde la convicción, el deber y la coherencia, nunca más nombres, por más respetados y televisivos que sean.

Que le vamos a hacer....No somos nada.




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