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domingo, 12 de agosto de 2012

El invento de las Autonomías

Sirva de aviso, para toda persona que piense encontrar en este humilde artículo, una crítica exacerbada del Estado de las Autonomías y una exaltación patriótica y ultra nacionalista del Reino de España, que si prefiere no seguir leyendo, lo haga sin reparos, pues quizás no cumpla sus expectativas e incluso le irrite el desarrollo del mismo.

He de decir, que soy un firme defensor de las Comunidades Autónomas, planteamiento lógico de la compleja constitución de aquel inventado Reino de España y que sirve para estructurar y canalizar las diferencias culturales de los pueblos de España, de forma equilibrada y sin olvidar la obligatoria unión de la que debemos presumir, dado los tiempos por los que discurrimos y en los que viviremos por muchos siglos, o eso espero, en pro de la estabilidad y paz mundial.

Dicho, que soy defensor del Estado Autonómico, dentro de un ente superior que aglutine aquello que nos une, que por otro lado es mucho, llamado España, nos encontramos en una coyuntura en la que no es descabellado analizar la historia desde la Constitución de 1978, en la que se forjaron algunos inventos, fruto de la improvisación y el ego personal o partidista de muchas personas, más si cabe cuando se ha visto que no funciona.
Digo que no funciona, no por lo que cuestan, pues tanto si es caro como barato es necesario. Pasa en la vida cotidiana. La luz, el agua son cosas necesarias, que van más allá del simple valor, que las empresas suministradoras le quieran dar. Cueste lo que cueste, lo vamos a consumir.
Ahora, si eres de las personas que leyendo el primer párrafo de este artículo, has sentido ganas de cerrar esta página, y aún así la curiosidad te ha mantenido firme en el propósito de continuar leyendo, algo que tal vez, no te guste, extrañezas del ser humano, no te preocupes a todos nos pasa, te preguntaras -¿Las autonomías son necesarias?-

Bueno, personalmente creo que sí. Por tomar el ejemplo de la vida cotidiana, de algo que a priori parece superfluo. Las vacaciones no son necesarias, pero hay momentos que por muy mal que nos vayan las cosas, necesitamos desconectar, aislarnos, viajar. Cueste lo que cueste. Por que es verdad, que ahora que el dinero se agota en las arcas públicas, no hacemos más que pensar en lo caro o lo barato que son las cosas, sin profundizar en las necesidades de un ser humano o Estado, y en las soluciones que siempre encontramos cuando utilizamos eso, tan carente actualmente en la vida política como es la imaginación. No se trata de desmantelar el Estado de las Autonomías, sino replanteárselo para hacerlo más moderno, eficiente, sostenible y justo, sin olvidar que este peculiar Estado, necesita una estructura fraccionada pero unida.
Para eso están los políticos, para encontrar soluciones prácticas que llevar a cabo, evitando las soluciones retóricas y populistas enmascaradas en las absoluta demagogia. Porque ahora, cuando con las dificultades aumentan el número de políticos que se suben al carro de manipular la historia a su antojo, para conseguir fines particulares y poner en tela de juicio a las Comunidades Autónomas, como si no fueran necesarias.

Hay algunos comentarios, que ya de estúpidos causan risa y desacreditan de por vida a quien los pronuncia, pues queda claro que no es digno para representar a nadie, quien puede ser corregido por el más principiante de los historiadores amateurs. Hablo de mi mito caído. Un político a quien consideraba muy acto, y que destacaba dentro de la mediocridad del parlamento actual, y que por diversos motivos, comentarios y actuaciones, he comprobado que no es más que un cateto vestido de corbata.
Lógicamente me refiero a aquel que es capaz de interpretar la historia de la forma más escandalosa posible, afirmando que en España, solo Cataluña, País Vasco, Galícia y en cierto modo Andalucía tienen el derecho de reclamar autonomía, por motivos históricos. Josep Antoni Durán i Lleida es aquel atrevido que lanzó tal joya dialéctica. Como si Cataluña, en algún momento de la historia hubiera sido independiente, más allá de los Condados Catalanes, que eran muchos y diversos y de la mera peculiaridad de poseer un idioma propio.
Entonces que...¿Borramos de la historia a Aragón?¿Nos olvidamos de la madre de España, como es Castilla?¿El Reino de Navarra nunca existió? Preguntas sobre las que este señor debería reflexionar  tranquilamente en cualquier noche de insomnio.

La verdad, es que al replantear el Estado de las Autonomías, no se trata de reducir diputados autonómicos y concejales, que por otro lado no cobran, es crear las autonomías utilizando la historia real, exenta de intereses partidistas y pasar de 17 comunidades, tal vez a 11 o 12, eliminando todo el entramado político sobrante. Y eso, sumado a la eliminación de una institución meramente decorativa como el Senado, sí que supondría un ahorro considerable. ¿El problema? El mismo de casi siempre, eso no favorece a los intereses de PP, ni de PSOE.
Con la actual ley electoral, es más rentable políticamente reducir el número de diputados autonómicos, manteniendo el poder caciquil en ciertos lugares, aunque con menos personas, que mirar a los intereses comunes de todos los españoles y acabar con un invento, como por ejemplo la Comunidad de Madrid, y complicarles la vida ''profesional'' a gente todopoderosa, como Esperanza Aguirre y compañía.

Podría hablar de la necesidad de mantener Asturías y Cantabria separadas. Podría hablar, también del invento de la Comunidad de la Rioja, pero como últimamente el adalid del movimiento demogógico político, para la replanteación del Estado de las Comunidades, es Esperanza Aguirre, hablaré de Madrid. Hablaré de esta Comunidad, porque tal vez a la señora Aguirre, alguien debería de recordarle, ciertos matices históricos para evitar que se meta en berenjenales de difícil salida.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, es presidenta de un territorio que nunca ha sido autónomo, que nunca ha existido como tal y que jamás se le conoció fronteras algunas, más allá de las propias de su ente superior. Todo fue otro invento, este de los primeros y más controvertidos, para favorecer a la capital de España, alejándola de lo que se dice que es el provincialismo, yo particularmente no veo nada malo en eso, y convertirla en una ciudad pujante, que combatiera el poder económico de Barcelona.
Ya en sus estatutos, aprobados en 1983, se le denomina Comunidad Castellana, pero ahora no interesa reconocerlo, ya que los votos del PP en Madrid, son muy importantes, y ampliar el espectro electoral, es una carta que este partido político no estará dispuesto a jugar.
Y es que entre tanto invento pro constitucional, el territorio histórico más perjudicado, es curiosamente, el territorio que antaño fue el que forjó lo que hoy es España. No solo dotándola de un idioma común, sino aceptando cuando llegó el momento su división, en beneficio de la gobernabilidad.
¿Porque no hablamos de Castilla y el papel que ha jugado y juega en estos momentos?.

No sería descabellado de hablar de una Castilla unida, que abarcara las actuales Castilla y León, Castilla-La Mancha y Madrid, pero si lo considero atrevido, pues el resultante sería una Comunidad demasiado grande, con muchas ciudades que en algún momento de su historia han sido capitales de reino, y que ahora lógicamente deberían llegar a un consenso con demasiados vericuetos.
Pero todo es más fácil. Porque no volvemos a recuperar el concepto de Castilla La Nueva. Ya en 1833, existía esta distribución de Castilla y no habría tantos problemas. Bueno sí...

La presidenta de la Comunidad ficticia de Madrid, quiere reducir diputados, para seguir manteniendo el poder, pero no aceptará lo inevitable, y es que si sobran comunidades, habrá incorporar las inventadas a sus territorios naturales. Eliminar todo el entramado político e institucional de la gran Comunidad de Madrid , para incorporarla a la secundaria Comunidad de Castilla- La Mancha, quizás le suene a Esperanza algo indigno. 
Pero la verdad es otra, lo que le importa es que debería disputar el poder, ya no solo contra sus adversarios políticos, sino contra sus propios compañeros de partido en la otra parte de la frontera, que por otro lado están mejor vistos por Rajoy. Lo que le importa es que se acabaría con toda la Asamblea de Madrid, y como esta ciudad mantendría la capitalidad de España, eso es algo que no merece la pena discutir, la capital comunitaria debería pasar a Toledo, que hay que recordar fue de las primeras capitales de lo que hoy conocemos como España, tanto en el reinado Visigodo, como más tarde en el musulmán y en el Reino de Castilla.
 Por eso, para Aguirre, esto es algo innegociable, y prefiere poner cortinas de humo, anunciando que va a reducir el número de diputados autonómicos, sin abordar el tema de forma valiente y haciendo justicia a la historia. Porque la historia nos cuenta, que MADRID, ES CASTILLA.




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