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sábado, 4 de agosto de 2012

Héroes locales ¿Realidad o ficción?


Maldito tormento.
Aquella persona que duda de todo. Que siente una necesidad ineludible, de comprobar, investigar y asegurarse, que todo aquello que le cuentan, es verdad, media verdad o mentira. Las personas que necesitamos observar la historia, desde varios puntos de vista, y ser críticos con las luces y las sombras de cada uno, tenemos la desgracia de vivir, en lo que parece una constante prueba de nuestra escasa inteligencia.

Esta curiosa manía de analizar todo lo que oímos, y lógicamente nos interesa, nos conduce a descubrir cosas, poco agradables para la tradición popular. Historias, porque me interesa la historia, erráticas, que se han adherido a la conciencia popular de un lugar concreto, haciendo de ellas parte de la vida de sus vecinos y de la historia inventada de ese pueblo o ciudad.
Dejando al margen, los mitos, las leyendas, rumores y demás corre ve y dile, que son otro tema, pues todos aceptamos que pueden tener componentes históricos, pero en su mayor parte están compuestos por recargados excesos verbales, que se transmiten de generación en generación, hablo de aquello que se entiende por el sentido estricto de hecho histórico, aunque como ya he apuntado sea errático o simplemente imposible de estudiar. Pues, los misterios que no han conseguido aún descifrar los investigadores e historiadores refutados, no merecen ni tan siquiera, una vaga hipótesis de un aprendiz.

Que mejor ejemplo, que el nombre de Manuela Malasaña. Un nombre propio, que aporta significado a un exclusivo barrio de Madrid. Aparte de ser una costurera, asesinada el 2 de mayo de 1808 por los franceses, en aquel aciago día para la ciudad de Madrid ¿Qué se conoce de esta persona? ¿Por qué es considerada heroína de la ciudad, hasta tal punto de prestar su nombre a un barrio concreto? Muchas hipótesis se han lanzado, pero el nombre de Manuela Malasaña sigue rodeado de misterio. El misterio de los héroes locales, vamos a llamarlo así.


Porque es este gremio, el de los héroes locales, el que más se destaca en el caso que tratamos. Las historias erráticas de la tradición popular. Siempre me he preguntado el por qué es tan necesario para un pueblo concreto, presumir de héroes, qué les debe ese pueblo a esos héroes. Tal vez, estén más endeudados moralmente, los héroes con los pueblos que al revés, pues a través de sus heroicidades, alcanzaron aquello que todo ser humano anhela, aunque sea de forma inconsciente. La transcendencia.
Pero la verdad, los pueblos y ciudades, necesitan de héroes. Y paradójicamente, si no los tienen se los inventan. Esta afirmación, que puede parecer demasiado severa, no es más que un acto de justicia, a favor de los verdaderos héroes locales, las personas que generación tras generación han hecho posible que el lugar donde vivimos sea como es, y por supuesto a favor de los verdaderos héroes y heroínas, que en hechos históricos concretos participaron en primera persona, siendo más tarde relegados al olvido popular, por vaya usted a saber qué razones.
Pero aunque la sabiduría popular, generalmente influenciable y equívoca, puede crear historias paralelas y erráticas para ensalzar a sus héroes, los libros, documentos y demás panfletos de investigación histórica, en plural que nadie se equivoque, no suelen contener erratas. Y cuando uno, se sienta a consultar aquello que ha oído, a investigar por su cuenta en el maravilloso y a veces frustrante mundo de las letras, se encuentra con inefables sorpresas.
A veces la confusión la genera la falta de investigadores locales, que profundicen en el hecho de forma crítica y profesional. Otras veces, como se suele decir una imagen vale más que mil palabras. Algo con lo que estoy totalmente en desacuerdo.

Hablo de un caso particular, y que ha sido el detonante para escribir este artículo. Como asiduo visitante de los foros de historia, observé como en el aniversario de la batalla de Bailén, el pasado 19 de julio, se volvía a destacar la imagen de Casado del Alisal, titulada la Rendición de Baylen, ensalzando la victoria del héroe de esta ciudad, que tanto me ha dado.
Lógicamente, mi carácter asertivo propicio la reacción de comunicar a todos los lectores, que aunque el General Castaños, considerado héroe de Bailén, era el Capitán General de los Ejércitos de Andalucía, este señor no participó en la batalla, pues esta fue fortuita al encontrarse el ejercito español de frente con el ejercito francés que venía de Andújar, por lo que no se enteró de la confrontación hasta bien entrado el día.
La capitulación se firmó, en una posada a medio camino entre Andújar y Villanueva de la Reina, y eso no es lo que representa la imagen de Casado del Alisal, admitido incluso por el propio autor, una vez que la obra estuvo concluida.
Por eso, haciendo justicia, con los verdaderos héroes de aquel día, el pueblo de Bailén, el ejercito al mando del General Reding, y tantos otros nombres que participaron de la gloria y las acciones heroicas tan particulares que solo la guerra puede otorgar al ser humano, con sus ruindades y sus excesos incluidos, quité en mi comentario un poquito de gloria para el ya condecorado en vida, General Castaños, y que a razón de la verdad, los días previos al conflicto hizo de su trabajo, que parecía misión imposible, una labor encomiable, para informar simplemente que la imagen, independientemente de la calidad artística que tenga, no refleja la historia vivida, sino más bien, la inventada, aquella que se forjó a base de artistas, que no historiadores, libros de historia general, donde no se profundiza en los acontecimientos, y la necesidad de un pueblo de escoger a sus héroes, entre un amplio abanico de posibilidades, que fue satisfecha pasado tan solo unos pocos años, con los fastuosos homenajes al General Castaños, por los reyes y reinas venideros. Y eso son hechos contrastados.

Para atender a la verdad, en los últimos años el pueblo de Bailén ha cambiado mucho, en este aspecto, y cada vez más, se profundiza en aquellos acontecimientos,  otorgando poco a poco, el reconocimiento a los protagonistas de aquella batalla.

Esta puntualización en el foro, especializado en historia y realizada con el más estricto respeto, provocó algunos comentarios de vecinos molestos, también respetuosos eso sí, pero que me acusaban de menospreciar al Capitán General de los Ejércitos de Andalucía. Cuando desde mi más humilde opinión, simplemente me estaban diciendo… ¡NO ME TOQUES A MI HEROE!



Pero quizás, el héroe, en este caso heroína, popular de un pueblo que más me ha sorprendido, por su inexplicables heroicidades, para con el pueblo ha sido el siguiente.

Allá por 2010, cuando empecé a interesarme por la historia de Martos, el lugar donde vivo, me contaron la historia de una valerosa mujer, llamada Irene Mencía de Haro. Mujer del primer gobernante de la ciudad, cuando esta fue entregada por el rey musulmán de la Taifa de Baeza a su homólogo cristiano, Fernando III. Era el año 1224.
Cuenta la leyenda, que Alvar Pérez de Castro, así se llamaba este noble castellano, acudió a Toledo a tratar con el rey algunos temas y dejo al mando a su sobrino Tello Meneses, que se dedicó durante esos días a la labor tan de su tiempo, de viajar por los campos, en las llamadas razzias, contra los infieles musulmanes del otro lado de la frontera. En ausencia de este, los musulmanes aprovecharon para atacar la villa de Martos, que se encontraba desguarnecida. Irene Mencía de Haro, vestida de caballero, tomó el mando de un ejército de 50 mujeres también ataviadas, para el arte de la guerra y consiguieron repeler a un ejército musulmán, muy superior, al plantarse en los muros de la fortaleza y dar a entender, que se habían equivocado, y la villa, estaba totalmente protegida. Era el año 1227, y se supone que ese episodio, hizo enfadar al rey Fernando III, por el riesgo que había corrido la tan estratégica plaza, que destituyó al caballero de la casa de Castro, para entregar el control de la zona a la incipiente Orden de Calatrava.

Hasta aquí, todo genial. Un mito, una leyenda, de las muchas que existen por estas tierras, y las enriquecen culturalmente. El problema viene cuando esta historia, se pega en el subconsciente de la gente como algo intrínseco, convirtiendo la leyenda en realidad, y lo que es peor poniéndole nombre y apellidos.
Resulta curioso, cuando empiezas a bucear por archivos, documentos y libros de historia, como los hechos y acontecimientos documentados, poco a poco se van alejando de aquellos que a lo largo de los años, se han ido creando por la inmensa maquinaria de comunicación, como es el boca a boca. Y debido a un proyecto personal, esta época concreta, y esté lugar concreto, llevo algún año  estudiándolos y los resultados son cuanto menos sorprendentes. Pues para resolver ya el enigma, la heroína de Martos, Irene Mecía de Haro, futura reina de Portugal, nunca estuvo en la ciudad.
Cuando empiezas a indagar en la vida de Irene Mencía de Haro, lo primero que te choca, es su fecha de nacimiento, pues aunque hay discrepancias según las fuentes, su año de nacimiento se presenta entre 1214 y 1220. Por lo que suponiendo que su nacimiento se produjera en la fecha más antigua, en el año 1227, fecha del suceso, contaría con 13 años. Una edad demasiado temprana para ser casadera, incluso para una princesa medieval.
Otro aspecto a considerar, es el hecho de que Alvar Pérez de Castro, una vez que entregó la villa de Martos a la Orden de Calatrava, se le concedió la defensa de los nuevos territorios conquistados en la provincia de Córdoba, y este hecho coincidió con sus segundas nupcias. Paradójicamente, poco más tarde apareció por primera vez, un núcleo de población en la zona, con el nombre de Doña Mencía. Por lo qué nuestra protagonista, fue la segunda esposa del caballero de la casa De Castro y cuando aconteció el enlace, ya este caballero no tenía nada que ver con la villa de Martos.

Pero entonces surge la pregunta ¿Quién fue la heroína que defendió la villa de Martos vestida de hombre?
Antes de resolver el enigma, falta decir, que muchos expertos historiadores, afirman que este hecho no ocurrió y lo denominan como la fantasía de Martos, al ser un episodio épico que se repite en muchos lugares de Europa y que ha pasado a la posteridad a través de la tradición oral. Pues la teoría que más se defiende, es que fue un cerco del musulmán reino de Sevilla, a la villa de Martos,  cuando estaba al mando Tello Alfonso de Meneses, que aún encontrándose fuera en misión de avituallamiento, logró llegar a la ciudad a tiempo, y más tarde fue socorrido por las tropas del caballero Gonzalo Yáñez, y las del propio Alvar Pérez de Castro, que acudió raudo a la llamada de socorro.

Pero si queremos buscar una heroína, para esta leyenda que puede ser o no verdadera,  ella fue la primera esposa del caballero Alvar Pérez de Castro, la condesa Aurembiaix de Urgel. Hija de nobles catalanes y que un año después de los sucesos, marchó a su condado a reclamar su derecho de sucesión, tras la muerte de su hermano, proclamándose la II Condesa de Urgel.

Sea por lo que fuere, la tradición ha ensalzado como heroína de la ciudad, a una señora que según los datos contrastados, ni siquiera estuvo en Martos, y es más, si nos atrevemos a lanzar hipótesis, no es de extrañar que durante su matrimonio, con ‘’El Castellano’’, como era conocido Alvar Pérez de Castro, se enfrentaran las huestes de su marido, con la propia Orden de Calatrava, que controlaba la villa de Martos, pues también está más que contrastada la rivalidad de este poderoso caballero y sus contactos y buenas relacionas con algunos sectores musulmanes, dentro de la compleja etapa que estaban viviendo, por su parte, con la Orden de Calatrava, que controlaba la zona.

 Un error sin ningún tipo de mala intención, que se ha transmitido de generación en generación. Un cambio de persona, aprovechando la precipitación de los hechos, por razones lingüísticas, pues no es lo mismo pronunciar Condesa  Aurembiaix, que Irene tal y tal.
El hecho es que la leyenda aquí contada es tal y como me la contaron en su día, al preguntar en unos cursos de turismo local, la razón por la que Irene Mencía de Haro, era considerada heroína local, hasta tal punto de contar con una Asociación Cultural de Mujeres, que lucen con orgullo su nombre.

Pero un momento......Maldito tormento. Recuerdo haber leído en una publicación local, que suele tratar la historia de forma sería y profesional, además goza de gran prestigio en el pueblo, que los hechos ocurrieron en 1238, en vez de 1228, lo que corroboraría la historia que me contaron, al cuadrar mucho mejor las fechas. En fin, habrá que seguir haciéndose preguntas, para al final no encontrar respuestas. Esto es así, y es lo bonito.

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