El
separatismo catalán ha chocado con la realidad esta semana. Dos
golpes, que si bien no acabarán con el proces, al menos
contribuirán a bajar de las nubes, una parte del falaz argumentario
independentista.
Por una
parte, el domingo 8 de octubre, quedará marcado en la historia como
la primera gran manifestación a favor de España jamás conocida en
Cataluña. Según las fuentes, entre medio millón y un millón de
personas se concentraron en Barcelona a favor de la unidad de España.
Aunque en realidad, no creo que lo más importante sea la cifra. Lo
más destacado de esta manifestación pacífica organizada por
Societat Civil Catalana, ha sido el particular "basta ya"
de esa sociedad catalana silenciada durante años. Una sociedad no
independentista que jamás se había organizado mayoritariamente para
plantar cara al secesionismo. La sociedad que los separatistas
desprecian y que como poco representa el 50% del total de Cataluña.
Centenares de miles de personas, manifestando su postura, sin ningún
tipo de apoyo financiero y propagandístico, como sí que tienen las
manifestaciones organizadas por el separatismo, donde la Asamblea
Nacional Catalana y Omnium Cultural tienen un papel vertebrador,
tanto en la organización como en el aspecto propagandístico y
merchandising de las mismas. Todo ello, regado evidentemente por
cuantiosas y desconocidas sumas de dinero provenientes de la
Generalitat . O lo que es lo
mismo, de todos nosotros. El
domingo, quedó demostrado que el separatismo no es mayoritario –
al menos lo suficientemente mayoritario como para exigir una reforma
constitucional que les permita celebrar un referendum sin contar con
el resto de españoles- ni cuenta con un porcentaje tan amplio de la
población como para atreverse a declarar de manera unilateral la
independencia.
Por
otra parte, el mundo
empresarial empieza a reaccionar, y algo que era tan evidente como
que ante la inseguridad jurídica las empresas desaparecen, se está
viendo constatado. Atrás quedan las llamadas a la tranquilidad que
desde el Govern llevan
pregonando desde el año 2014. Esas afirmaciones que intentaban
transmitir que la Arcadia Feliz en la que se convertiría Cataluña
tras su independencia, sería un imán para las empresas y
las entidades financieras se darían tortas por permanecer en
Cataluña (Palabra de Artur Mas).
Pues bien,
Caixabank, Banco Sabadell, Catalana Occidente entre otras ya han dado
el primer paso, trasladando sus sedes sociales fuera de Cataluña y
todo apunta que serán muchas más -si no todas las grandes empresas-
las sociedades que seguirán sus pasos. Si
bien, a corto plazo el traslado de la sede social solo supone el
traslado de algunos directivos y la perdida de impuestos autonómicos
para Cataluña, la historia nos demuestra, como es el caso del
Quebec, que estas empresas luego no vuelven tan deprisa como se han
marchado, y lo normal es que poco a poco se vayan acoplando en su
nuevo destino, que las acogerá con los brazos abiertos y en un
entorno social mucho más estable, y vayan trasladando poco a poco
todos los departamentos. Algo
tan evidente y lógico, que como bien dijo Josep Borrell en su
discurso de la manifestación del 8 de octubre, no se comprende como
el mundo empresarial no lo dejó meridianamente claro mucho antes.
Los separatistas, en el mundo
de prepotencia y supremacía en el que viven, no han entendido que
sin España no hay Europa. Y sin Europa no hay financiación ni
seguridad jurídica.
Foto; Lluís Gene/AFP
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