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martes, 10 de julio de 2012

Fútbol y patria


Los que me conocen, saben que entre mis virtudes, no destaca el patriotismo. Pero hoy, he ido a ver la copa del mundo, ganada por España en 2010.

 Nunca he besado bandera alguna, ni me siento más orgulloso de ser manchego, que un catalán de ser catalán. El concepto España, es algo que acepto, entendiéndolo como lo que es, un estado plural, mucho más complejo que lo que nos quieren vender, aunque aceptado por la gran mayoría de la pluralidad que lo compone, como un nexo de unión fuerte, en unos tiempos donde, el mundo se ha hecho tan pequeño que necesariamente hay que unirse y abrirse al futuro.

Reconozco que me burlo, me mofo y critico muchas de las costumbres ibéricas, aunque luego las practique, más que nada por sentirme miembro de una comunidad, y en las conversaciones de taberna soy la nota discordante e incluso beligerante en ciertos asuntos como los toros. Pero también reconozco que me apasiona la historia española y defiendo el día de la hispanidad, por todo lo alto, como homenaje a todo lo que este país ha aportado a la historia mundial. Además me pongo a la vanguardia, cuando se trata de defender a España, frente a los ataques, inspirados en tópicos banales, que nos llegan de otros países, utilizando el típico humor ingles, sueco, francés............o resumiendo humor insulso, porque para humor, el nuestro.

Quizás, esta posición tan particular, me haga alucinar con los excesos verbales, que desde determinados medios de comunicación, intentan aumentar el patriotismo español, hasta límites que rozan el fanatismo, tras analizar un acontecimiento espectacular, que pasará a la historia dorada de nuestro país, pero que no deja de ser un acontecimiento deportivo. Hablo de la gesta de nuestra selección de fútbol.
Como buen aficionado al fútbol, me alegra ser contemporáneo, de la mejor selección de fútbol que ha conocido la historia, y que esa selección sea la del país que he aceptado como propio.
 No solo enlazar Eurocopa-Mundial-Eurocopa, es un hito, sino más importante es el grupo. Un grupo donde no destacan las grandes figuras, sino que cada jugador se considera importante, en el papel que le toque desempeñar dentro del equipo.
Porque no se puede olvidar que el fútbol, es un deporte de equipo, y no Cristiano Ronaldo y diez más, como pasa en Portugal, y que en un acto de prepotencia o buscando una foto para la historia, este jugador se quedó sin lanzar el último penalti de las semifinales frente a España, cuando es el especialista del equipo y debió lanzarlo el primero, aunque luego se quedara sin foto.

Con mi escaso patriotismo, yo también lloré, siendo niño, por el codazo a Luis Enrique, o injurié al arbitro que pitó el España- Corea, que nos dejó fuera del mundial de ese país en 2002.
Pero he de reconocer, que en la final de la Eurocopa de 2012, elegí defender al equipo italiano, al parecerme más loable la decisión de donar parte de su prima, para la reconstrucción de los daños ocasionados por los terremotos del último año en este país. Aún así, también festejé el triunfo español en la final, más que nada por el recital de buen fútbol que dieron los jugadores que vestían de rojo.

Recital que orquestó otra vez el jugador que dio el mundial a la selección española en Sudáfrica. Andrés Iniesta, que además haciendo patria chica, lleva el nombre de Castilla La Mancha, una región bastante olvidada y de la que formo parte sentimentalmente, por todo el mundo. Sin quitarle mérito a Casillas, que siempre aparece en los momentos oportunos y al resto de la plantilla, Iniesta me parece una persona ejemplar, de las que quedan pocas. Millonario, pero discreto, con visión de futuro, sus estudios en la Universidad son su ocupación en los ratos libres y que además invierte en su tierra, creando trabajo e invirtiendo en innovación de algo tan manchego como el vino.

Pero este triunfo deportivo, motivo de alegría efusiva pero momentánea, es utilizado por los manipuladores de sentimientos, para inculcar a los desprevenidos sus propias ideas políticas. Mezclando cosas que nada tienen que ver.

Nos hablan de los valores de la selección, como si algo tuviera que ver el espíritu deportivo, con los valores democráticos que todos aceptamos y donde prima la legitimidad para pensar diferente y llegar a consensos a través del diálogo. La humildad, el respeto, el esfuerzo, el espíritu de sacrificio son valores importantes en todos los aspectos de la vida, pero no se pueden aplicar de la misma forma en la vida deportiva como en la vida político-social, con interés de arreglar una situación tan grave como en la que nos encontramos.

Se enfadan, preguntándose cuestiones tan absurdas como ¿Quién le puso a la selección el mote de ''la roja''?  haciendo gala, de su despotismo irracional, viendo fantasmas perdidos en la noche de los tiempos. Y ensalzan a los futbolistas, por ser buenos patriotas y tributar sus desorbitadas ganancias en su país, obviando que Ucrania, se rige por un antiguo acuerdo entre España con la antigua URSS, donde los jugadores tienen que declarar ese dinero en España, a diferencia de lo que pasó en Sudáfrica, donde los jugadores no se comportaron como patriotas, al ser más ventajoso tributar en el país de Nelson Mandela, pero eso no tenía entonces buena prensa, ni exaltaba la bandera rojigualda.

Banderas que hondean en los balcones de la gente anónima, sin miedo a ser considerados fachas. En las calles hay alegría fingida, más orientada a tapar las dificultades diarias a través de la felicidad momentánea, de la que todos, patriotas y no tan patriotas, hacemos uso. Son tiempos donde la marca España, dicen que se ha revalorizado e incluyen datos sobre los beneficios que va a obtener el país a través del turismo, gracias a la publicidad obtenida, que la verdad, no sé de donde los sacan.

Esta claro que los únicos que se han beneficiado económicamente de este evento, son los componentes de la expedición española, es más muchos han perdido sus ahorros para ir a ver un partido a Polonia o Ucrania, pero eso es cosa de cada cuál, yo mismo algún día me gustaría vivir la experiencia. Y que entre los que más se han beneficiado son los jugadores. Unos jugadores, que siempre comprendiendo que pueden hacer lo que quieran con un dinero ganado legítimamente, bien podrían aprender de los jugadores italianos y destinar, parte de ese dinero a una causa común llámese Lorca o incendios de Valencia, que falta hace este tipo de gestos.



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