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jueves, 11 de octubre de 2012

Las incoherencias de los hombres libres

Siglos y siglos transcurridos, desde que aquel hombre de las cavernas, animal irracional.....o no tanto como se piensa, supeditado al más fuerte jefe tribal consiguió dar un pequeño paso evolutivo.
Los primeros núcleos de población estable, necesitaron de gentes diferentes, para diferentes tareas. Estratos sociales, como se suelen llamar. Comenzaba la diferenciación del ser humano, aunque aún quedaba mucho para la libertad anhelada.
Siervos de caudillos militares, vasallos de imperios, más o menos grandes, súbditos de un Rey, diferentes denominaciones para unas personas que con diferentes objetivos y ambiciones, ansiaban la libertad verdadera. Aquella libertad que les permitiera tomar decisiones, pensar, escribir, relacionarse o simplemente vivir y comunicarse sin miedos ni pleitesías.
La llegada de la democracia significó tal vez, el paso de más calidad, hacía ese loable objetivo del ser humano. Ahora todos nos consideramos hombres libres, con derechos fundamentales y complacientes presos de los límites de nuestra libertad, en pro del orden y la justicia. Complacientes y tolerantes incluso cuando se nos manipula por fuerzas conocidas, como la política o los medios de comunicación y por otras fuerzas no tan conocidas, como nuestra cultura, tradiciones o sentimientos que no podemos controlar y nos obligan a actuar de formas que en nuestra mente analítica y racional, nunca tendrían cabida. Cosas del amor, del odio, de la frustración, de la rabia, de la ilusión.........o simple y llanamente para sentirnos miembros de una comunidad.

En ningún caso digo que seamos títeres de la democracia, que imperfecta y mejorable, es la que nos ha dado este status, de hombres libres. Lo que no es ningún secreto, que determinados políticos o incluso partidos enteros, utilizan a esos hombres libres para defender sus ideas a través de la manipulación, el miedo o el clientelismo. Véase el ascenso al poder del mismo Hitler, un mindundi en su partido, que tras campañas sucesivas de terror, consiguió ganar unas elecciones con una aplastante mayoría y convertirse en el hombre más poderoso del mundo y en su país un auténtico ídolo de masas. Solo a los pocos días de que se pegara un tiro, empezó a considerarse como lo que es, el ser más odiado y nefasto que pisó la faz de la Tierra.
O como ejemplo de clientelismo, también véase, el reciente presidente electo de Venezuela. Hugo Chavez, ha sabido subyugar a una sociedad, bajo su manto protector, que más que manto, son regalos de casas y otras cosas de este estilo, para ganar sus cuartas elecciones y llegar a gobernar, si su delicada salud se lo permite, hasta veinte años consecutivos. Un hito en pleno siglo XXI. El modo en el que lo ha conseguido, parece que da igual. Servilismo de los hombres libres, que se podría decir.

Pero por quedarnos más cerca, el pasado domingo asistimos a un episodio de manipulación política bochornosamente aceptado. Esas incongruencias de los que nos sentimos libres, y exceptuando algún kamikaze, o valiente si se quiere llamar, siempre nos dejamos arrastrar por el ambiente, aunque pensemos lo contrario. El domingo el Camp Nou, mostró un espectacular mosaico de cartulinas levantadas por independentistas y no independentistas, con la senyera catalana. Algunos han visto aquí una provocación, un insulto o una mala imagen para eso que llaman la marca España. Yo personalmente, solo vi una imagen preciosa, donde todo el mundo participó, y que formaban una bandera constitucional y legítima.
Pero olvidemos de las banderitas, que solo traen problemas y centrémonos en el fondo del asunto. Ciu, partido que ha ido mutando con el paso de los años de forma silenciosa, hacía un extremismo derechista preocupante, en vez de reconocer su fracaso como gestores, manipulan a su antojo, a una sociedad que han ido catalanizando con esmero. Para ello, y con el consentimiento de quien dijo que no mezclaría el FC Barcelona, con la política, su presidente Joan Rosell, que ha sido quien ha organizado todo el asunto de las cartulinas para formar la senyera catalana, han conseguido mostrar al mundo sus ambiciones, gracias al beneplácito de miles de personas, que solo acudieron al campo a ver un partido de fútbol. Incongruencias de los hombres libres, en las que tu y yo también hubiéramos participado, arrastrados por el momento.
Y es que esas incongruencias de los seres libres, son repetidas hasta la saciedad. Alguien debería avisar al ministro Wert, que si no estamos de acuerdo con que una sociedad se catalanice, no podemos afirmar en pleno congreso que nuestro objetivo es españolizar a esa misma sociedad. Viva la pluralidad y la libertad de los hombres, pero con coherencia. No voy a tildar a este señor de facha, como he visto por ahí, prefiero pensar que no ha utilizado la palabra correcta.
Menos mal que los hombres libres, como digo somos complacientes y tolerantes con este tipo de cosas que conocemos, depende de lo cerca que nos afecte, por eso al señor Wert, se le perdonará esa incoherencia.

Pero que pasa con esas actuaciones, de cada uno de nosotros, libres como somos, motivadas por aspectos que no podemos controlar. ¿Nos las perdonamos?
Quién no ha hecho una tontería por amor. Quién no ha opinado motivado por el odio, la frustración o la rabia. Hay quién se ha arruinado persiguiendo una ilusión, cuando siempre ha presumido de su austeridad y falta de interés por el dinero. Tal vez, llevado por otros objetivos más profundos, pero continuamente nos estamos llevando la contraria a nosotros mismos.

Hoy he recibido la noticia del bautizo de la hija de unos amigos. Algo normal en nuestra sociedad ¿verdad?. No hará dos meses, que estás personas me aseguraban que por no ser creyentes, veían una incoherencia hacerlo. Me he reído. Yo también he sufrido la humillación de actuar en contra de mis pensamientos espirituales.
He bautizado a mis hijos. La hermana mayor ya ha hecho su primera comunión y la siguiente le toca el próximo 4 de mayo. Hasta yo mismo me casé siguiendo el rito católico. Quien lo diría. Es que mis amigos se han vuelto creyentes, o yo he conseguido encontrar sentido lógico en los evangelios.
Nada de eso. Los seres humanos libres, también estamos manipulados por el entorno. La familia tradicional, que lógicamente no es el caso, pero alguno habrá, los compromisos, o lo más habitual, el sentimiento de pertenecer a una comunidad, de cumplir con unas tradiciones, unas costumbres y ritos que nos hacen sentirnos parte de algo. Somo libres para pensar, opinar y debatir lo que queramos, pero si nos volvemos radicales mentalmente, corremos riesgo de exclusión.
Soy un ser, además de libre en la Tierra, libre en el pensamiento espiritual, sin dogmas corrompidos por siglos de autoridad, ni creencias exóticas, más allá de la razón y la ignorancia lógica, que esta conlleva.

No obstante, un episodio que me marcó acaeció durante los preparativos de mi primera comunión. Eran otros tiempos, pero ya había seres libres y coherentes. En todo el pueblo solo un niño, no cumplió con ese sacramento. Ni siquiera estaba bautizado. Sus padres así lo quisieron.
No era esa su opinión. Jesús o Chuli, como le llamábamos, se sentía excluido, me lo confesó varias veces, como uno de mis mejores amigos que era. Él quería hacer la comunión igual que todos sus compañeros. Aquél día de mayo de 1992, (lo siento no recuerdo el día exacto, se nota que no me marcó tanto el acontecimiento), Chuli, se escapó de casa para vernos entrar a la Iglesia del pueblo. Por la tarde nos juntamos en el parque y compartí con él juegos con mis flamantes regalos.
Pocos días después, mientras todos jugábamos con nuestros obsequios de comunión, alguien llego al polideportivo donde estábamos y nos dio la noticia. Chuli, había muerto. Ese día lo recuerdo triste. Él no recibió regalos por su comunión.
Tal vez, hoy de estar vivo, hubiera agradecido el gesto a sus padres, o no. Eso no se sabe. Pero cada año, cuando veo los niños de comunión, no puedo evitar acordarme de él.
Por supuesto, todo fue una casualidad. Se encontraba jugando en el lugar menos apropiado. Un lugar donde muchos niños acudíamos asiduamente a jugarnos la vida. Hasta que pasó la desgracia y quitaron esos tubos de hormigón de un lugar tan accesible para los niños, siempre desafiando la sabiduría de nuestros padres. Chuli tuvo mala suerte. Me podía haber pasado a mí o a cualquiera de los que acudíamos allí cada tarde. Murió justo enfrente de su casa, un día donde todos sus compañeros de juegos estaban en otro sitio presumiendo de regalos.

Pero volviendo al título de esta entrada, solo nos queda asumir esas incoherencias que no podemos controlar y disculparnos por ellas. Quizá algún día, seamos tan libres que no nos influyan los sentimientos en  nuestras actuaciones, y tomemos siempre la decisión de nuestros actos sin importarnos el entorno, ni las costumbres, ni la tradición, ni nada. Quien sabe, con esto de que con Internet, se está perdiendo el trato personal.
Eso sí, cuando lo consigamos, seremos seres más racionales, y por ende más previsibles y en mi opinión, mucho más pobres.


ideasypensamientos.com




D.E.P.

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