Traductor - Translate

jueves, 10 de enero de 2013

Incomprendido republicano


Y de repente, tal vez cosas del destino o tal vez por desatender mucho tiempo a los viejos amigos, me encontré en la sede de las juventudes comunistas de una ciudad no muy lejana, con una copa de whisky en la mano, por cierto no precisamente barato, y rodeado de banderas revolucionarias, que he de reconocer me agradaban, porque en cierto modo contribuyeron en el siglo pasado a construir el mundo que hoy conocemos, viejos posters de líderes políticos como algunos dirían, y otros de sanguinarios asesinos,  me digan lo que me digan y banderas asequibles a mi humilde raciocinio mezcladas con otras cargadas de condescendencia e imprecisión histórica.
No sé si por efecto del buen whisky, que cuando es de gorra tiene efectos milagrosos, o por el carácter asertivo  que a veces me ilumina, metiéndome en fregaos de los que luego me arrepiento, volví al siglo XXI, dejando el siglo anterior solamente en manos del envoltorio de aquel despacho de pan, que recordando mi niñez era aquella sala en la que me encontraba.


La verdad es que cuando me hablan de ideologías de manual, esas que se aprenden sus conceptos como el Padrenuestro, y se predican a bombo y platillo, sea quien sea el interlocutor, no puedo más que reprimir una sonrisa. Lo siento, no me creo nada. Son antiguallas de otro tiempo, como en su día dijo el deslucido Rajoy.
 El comunismo, es una teoría tan magnífica, que nunca ha funcionado por ser pura utopía más propia de seres perfectos, lo que afortunadamente no somos. El socialismo está agotado, yo diría fundido. El capitalismo salvaje, promovido por los sectores liberales, o como dirían otros simplificándolo todo, la derecha, además de injusto, es inhumano, mezquino y ha acabado con la mayor situación de emergencia social, desde que nos consideramos modernos y democráticos.
Todo pura teoría, para predicadores que aún viven en el siglo pasado.
-¿Acaso no está claro que en pleno siglo XXI, la política se debe concebir de manera distinta?- La información fluye por las redes, la historia nos demuestra el fracaso y colapso de toda ideología y la sociedad demanda políticas concretas en momentos concretos y por personas honestas, que solo busquen el bien común. Los partidos políticos solo son la estructura legal, y su carga ideológica, sin dejar de ser importante, solo está en segundo plano y la sacan a relucir o la esconden según convenga, a la temida frase ``intereses de partido’’. Creo que no hay frase que me asuste más.

 Pero en ese momento, rodeado de símbolos de otro siglo y mi copa en la mano, la verdad es que no tenía muchas ganas de crear conflicto. Por lo que desde el principio rechacé amablemente, las invitaciones a afiliarme al partido, con la excusa de que yo no residía en la ciudad y a base de esfuerzos para fingir que no me interesaba la política. Todo discurría tranquilo, salvo algún pesado dándome clases de historia, mientras me llevaba de una pared a otra explicándome con más fe que razón aquellos símbolos y banderas.
El problema es que nadie sabía, que soy un republicano convencido. Un republicano que no busca venganza por nada (y por mi historia familiar bien podría buscarla, de un lado u otro), que solo considera que tarde o temprano España dará un paso más allá en su construcción, para dejar paso a la lógica. Y por lógica algún día la sociedad por mayoría absoluta y aplastante, reclamará que en un país estable  (y considero a este país como estable, más allá de algún político iluminado, que se cree el mesías de sus súbditos), un país civilizado y con la suficiente madurez democrática no necesita mantener a una familia, llámese Real.
 Sin prisas. Sin revoluciones ni discordia. Todo a su tiempo. De momento Juan Carlos I, no me molesta para nada, aunque a veces parezca que quiere vivir de las rentas del 23-F. Algunos miembros de su familia, si que escuecen mucho más.

Con mí, YO REPUBLICANO,  encendido, (era la única manera de integrarme en aquel ambiente), el cansino historiador, me plantó enfrente de una bandera tricolor, de la II República.
La majestuosidad de sus palabras me sacaron de aquella ensoñación en la que me encontraba, no sé si por la media copa de whisky que llevaba o por la carga de propaganda que me rodeaba, haciendo que aquel erudito, que se me estaba haciendo demasiado cargante, se enfadara conmigo.
-¡Algún día volveremos a ver esa bandera en las instituciones, y que se jodan los fachas!- Me dijo.
-Ese día emigraré a Camerún- Contesté casi sin pensar. Estoy seguro que viviré más tranquilo. Esa bandera, por mucho que hondeé en manifestaciones pacíficas a manos de gente honesta, solo es un símbolo de revancha. ¿Cómo vamos a pasar página si no solo buscamos justicia y reconocimiento a las víctimas? Buscamos cambiar una bandera asentada en nuestro país, aunque el escudo haya cambiado algunas veces, (y recuerdo tanto en dictaduras o reinados, como democracia, o como también en la I república) por otra sin rigor histórico inventada por la envidia, el odio y la ignorancia.
La envidia, de querer parecernos a la Francia de la libertad, igualdad y fraternidad, cuando nada tenemos que ver, con otra bandera tricolor.
El odio acumulado durante siglos a los Borbones, y a su representante más frágil, que reinaba en aquel momento y como revancha a una dictadura militar.
Y la ignorancia interesada. El color morado dicen que representa a los comuneros de Castilla. Como si aquel movimiento, en vez de buscar un rey castellano, fuera precursor del republicanismo y olvidando que esa bandera nada tiene que ver con ellos, solo es la que utilizan los movimientos castellanistas.

Pienso que si queremos pasar página a la historia trágica de España, no nos podemos perder en el ansia de revancha e imponer símbolos que puedan crear discordia. Aquello pasó, y está bien que se recupera la memoria de los olvidados durante décadas, que se luche porque nunca más se vuelva a repetir, pero con el espíritu constructivo que nuestro mundo demanda. La Monarquía caerá por su propio peso, como lo hizo en 1873, y lo más esperanzador es que entonces tendremos una sociedad, que solo conoce la democracia como forma de administrar un país, por lo que todo estará mejor organizado y planificado que en aquel conato de progreso administrativo. Mientras tanto, me seguirá irritando ver la bandera tricolor, porque solo refleja rencor.
 El rencor con el que se proclamó el 14 de abril de 1931, después de una dictadura militar y los sucesos de Jaca y que no se supo reprimir hasta que otro militar usurpó el poder a base de sangre y fuego.  Menos mal que de eso si aprendimos, y ahora los militares están muy bien donde están, sirviendo a su país y sin meterse en política.

Aún no había terminado mi copa, cuando me sentí como un ratón en una fiesta de serpientes. Parece que no gustó mucho, que un republicano no acepte una bandera tricolor. Pero lo que ese republicano no acepta, es perder el tiempo en banalidades y símbolos que solo incitan dolor. República sí, pero no a cualquier precio. Que ya somos mayores, en esto de la civilización.
Me despido, como en aquella reunión, donde me empecé a sentir observado e incomodo, dando el último trago al vaso (esta vez es café calentito) y afirmando
 –No era mi intención molestar a nadie, solo daba mi opinión-






No hay comentarios:

Entradas populares

Entradas más visitadas esta semana