La transición fue un paso
definitivo hacía la reconciliación de las llamadas dos Españas y un avance más
hacía la normalización política y democrática, que siguiendo las corrientes
europeas un día conseguimos y siguiendo las corrientes europeas un día nos
arrebataron los totalitarismos. Aunque como se suele decir, Spain is different, y aquí quedamos
anclados en la infamia durante algunas décadas más que las estrictamente
necesarias. Ese atraso, puede ser el responsable de que diéramos por buena esa
transición política y toda la legislación posterior que estructuró nuestra
Constitución, aun cuando tres décadas después se ha demostrado a todas luces
que nuestra democracia no es más que un sistema diseñado por y para una casta
corrupta, que no entiende de colores políticos, de militancia o de sociedad
civil. Una casta con nombres y apellidos que utiliza a los partidos políticos
solo como trampolín para seguir medrando en lo público. Convencido estoy, de no
solo por dinero- como ha apuntado hasta la saciedad el Presidente Rajoy- sino
por intereses mundanos, como la posibilidad de viajar por el mundo en business
y régimen de T.I. o perpetuar sus holgadas finanzas con pensiones vitalicias y
otros más místicos, como transcender a la anhelada popularidad y la inevitable
muerte, apareciendo en algún libro de historia, alguna calle en su pueblo o ser
el protagonista de cualquier reportaje mediático que forme parte de la
hemeroteca, por los siglos de los siglos.
La reciente publicación del
libro “Mamá, quiero ser político”, de
los periodistas Sandra Mir y Gabriel Cruz, pone de nuevo contra las cuerdas, la
calidad de la democracia en este país y las particularidades propias de nuestros
diputados y senadores. Una casta donde más del 90% de estos profesionales de la política nunca han
trabajado en la empresa privada, aunque luego se atrevan a legislar en materia
laboral. Una casta de profesionales
de la política que acumulan cargos y sueldos, incitando al resto de los
mortales a pensar si sus días tendrán más de 24 horas, para cumplir, con las
responsabilidades por las que se les paga, de forma satisfactoria. Una casta
que en demasiados casos, no han terminado ni el primer año de carrera o no se
les conoce actividad laboral alguna – Elena Valenciano, José Blanco, Leire
Pajin o Bibiana Aído el, PSOE es una
referencia en este ámbito-. Esa casta
de profesionales de la política, que
se rodea de asesores, amiguetes o acreedores varios a centenares y que saben
muy bien que, la mejor carrera para que sus hijos puedan llegar a las más altas
esferas políticas es apuntarles al partido en la pre adolescencia. Véase el
caso de la familia Fabra y sus 140 años de gobierno en Castellón.
Pero como nos diría benjamina de la familia desde su “trabajado”
escaño- ¡Qué se jodan! Tenemos una ley
electoral con listas cerradas para eso. Nuestra ley electoral, donde se pierden
miles y miles de votos que no nos interesan, está así diseñada por algo- Y
un estruendo en manera de aplausos y júbilo barriobajero, estallaría desde la
bancada popular del Congreso de los Diputados, que haciendo uso de su mayoría
absoluta, haría pensar al incauto que esa es la voz de la mayoría del pueblo,
en boca de sus representantes.
Esa casta de profesionales de la
política, son los que manchan el noble servicio que tantas y tantas personas
realizan de forma desinteresada como auténticos servidores públicos, ya sea desde una estructura política, una
plataforma ciudadana, una asociación o cualquier otra forma de unión, que busque
el debate, el consenso y las acciones
que favorezcan a la sociedad en su conjunto o a algún grupo en concreto.
Son esas personas, con una
perspectiva tan irreal de la sociedad a la que deben servir, las que se han
ganado a pulso, legislatura a legislatura, cargo a cargo, puesto a puesto y
siempre con las mismas estrategias, sin
una mísera dimisión, y un quítate tú que me toca a mí, que uno de los tres
mayores problemas que más preocupan a los españoles, sean sus políticos. Ellos
son los corruptos, aunque un juez diga que no hay prueba del delito. Son los
culpables, no solo por haber robado quién lo haya hecho, sino por violentar
nuestra democracia, copando y politizando los medios de comunicación, los
Tribunales de Cuentas, las Cajas de Ahorros y hasta la justicia para asegurarse
sus intereses personales.
Ellos son los corruptos y
corruptores de nuestra democracia. Podemos hablar del IVA, del copago o repago
sanitario, de lo que queda del concepto educación gratuita que establece la
constitución o del atraco a mano armada a quien aún podía respirar un poco,
trabajadores ochocientos euristas, y pensionistas. Corruptos con denominación
de origen y desvergonzados que ahora intentan criminalizar a la sociedad,
llamando defraudadores hasta a los desempleados con sanciones leves o
irregularidades administrativas. Los que tratan a los emigrantes retornados
como estafadores, por no haber incluido las rentas percibidas del extranjero en
sus declaraciones, cuando se les decía desde la misma agencia tributaria que no
era necesario y ahora les piden que paguen cantidades desorbitadas en concepto
de atrasos, intereses y multas.
Como emigrante que lo soy y
convencido estoy que lo volveré a ser, voluntario y amigo de la Asociación
Jiennense de Emigrantes Retornados, puedo contar a decenas los casos que esta
medida puede suponer una ruina familiar-
a unas personas que en demasiadas ocasiones son el sustento de sus hijos
y nietos desempleados y que no se
niegan a pagar “si es de ley hacerlo”- pero que solo piden un poco de flexibilidad
ante las importantes cuantías que se les reclama después de tantos años, y un
poco de comprensión y humanidad, para no pagar además intereses y multas, de
algo que ignoraban ellos, con la escasa formación que pueden tener, e ignoraban
quien les gestionaba y asesoraba sobre sus haciendas.
Lástima que el Sr. Cristóbal
Montoro, ha olvidado que su Jaén natal, es una tierra de emigrantes, donde esta
medida va a suponer un importante quebranto para miles de familias humildes que
solo han cometido el error de ignorar algo y fiarse de lo que la gente con
estudios les decía. Nuestro paisano y Ministro de Hacienda, tal vez lleva
demasiados años viviendo de la política, y ya ha olvidado sus humildes orígenes
y el esfuerzo que sus padres tuvieron que hacer emigrando para buscar una vida
mejor. Tal vez el Sr. Montoro se ha unido a esa casta de profesionales de la política que han creado un Estado Recaudatorio
más propio de los Reinos beligerantes medievales, con el agravante de haber
entregado a los bancos que no hacen
fluir el crédito en las empresas, más de cien mil millones de euros.
Tal vez me equivoque pero ya está
bien, de que los corruptos y corruptores de este país con sus nombres y
apellidos, nos sigan tratando como delincuentes y estúpidos, sin actitudes
ejemplarizantes por su parte, en este declarado Estado de Recaudación.
Emilio Almodóvar
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